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Cabrera: Mensaje de las piedras

4. El misterio de Ocucaje y el secreto de los incas

4.1. EL MISTERIO DE OCUCAJE - [investigaciones arqueológicos]

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Presentación de Michael Palomino (2012)


de: Javier Cabrera Darquea: El mensaje de las piedras grabadas de Ica; edición privada, quinta edición 1991; avenida Bolívar 170, plaza de Armas, Ica, Perú. tel. 231933 / 234363;


EL MISTERIO DE OCUCAJE Y EL SECRETO DE LOS INCAS

4.1. EL MISTERIO DE OCUCAJE - [investigaciones arqueológicos] (p.135-139)

[Resumen de antes: el gobierno en Lima rechaza cada investigación]

El caso de la colección de piezas arqueológicas de la zona de Acambaro tiene similitud con lo que ha venido sucediendo en torno de las Piedras Grabadas de Ica o Gliptolitos. El escepticismo que existió en los arqueólogos durante más de veinte años respecto de la autenticidad de las piezas de Acambaro es lo que ha animado la mente de los arqueólogos peruanos frente a los Gliptolitos. La diferencia entre el caso de Acambaro y el de los Gliptolitos radica en que aún persiste en los arqueólogos peruanos el escepticismo.

[Hermann Buse exige en vano una investigación oficial - Hermanos Soldi piensan que son de los incas]

Desde 1961 en que, según refiere el estudioso peruano Hermann Buse, aparecieron las piedras grabadas en Ocucaje, Ica, se ha venido reclamando infructuosamente la intervención de los arqueólogos peruanos para verificar la validez arqueológica de los ejemplares. Primero lo hicieron los hermanos Soldi, que habían formado la primera colección con ejemplares adquiridos a huaqueros de Ocucaje. Aun cuando los hermanos Soldi creían que los ejemplares que obraban en su poder habían sido concebidos por artistas incas, no deja de tener importancia la persistencia con que exigían la intervención de los arqueólogos peruanos que pudiera comprobar aquello de lo (p.135) que estaban firmemente seguros: que los ejemplares no eran de manufactura reciente. Hermann Buse señala en un libro que publicó en 1965 (16)

(16) Obra citada (Buse, Herman: Introducción al Perú. Lima, 1965)

que uno de los hermanos Soldi - Pablo - manifestaba que la existencia de una gruesa capa de salitre recubriendo los principales ejemplares no se explicaba sin mediar un considerable lapso y que los huaqueros que habían encontrado las piedras estaban decididos a ir con los arqueólogos a los lugares de donde las extraían para demostrar, con el hallazgo, que no había engaño. Buse manifiesta que el otro hermano - Carlos - no concebía que alguien se empeñara en tallar piedras para al final venderlas a precios tan bajos como los que él había pagado por ellas. Cuando los arqueólogos peruanos tuvieron de oídas conocimiento de la colección de los hermanos Soldi, asumieron una actitud de incredulidad respecto de la autenticidad de las piedras y no respondieron al reto de participar en las excavaciones.

[Excavaciones de Santiago Agurto Calvo]

Años después, en 1966, el interés por comprobar la autenticidad de las piedras grabadas que seguían apareciendo en Ica, condujo al arquitecto Santiago Agurto Calvo a practicar las excavaciones, primero solo y después en compañía del arqueólogo Alejandro Pezzia Assereto, Conservador del Museo Regional de Ica. Agurto Calvo poseía una colección de algunos cientos de ejemplares que había sometido a pruebas de laboratorio de la facultad de Minas de la Universidad nacional de Ingeniería.

Como ya se dijo en el capítulo I, las pruebas habían revelado que estas piedras procedían de capas de flujos volcánicos correspondientes a series de la era geológica Mesozoica (era que comprende de 230 a 63 millones de años de antigüedad) y tenían como característica cierta blandura en la superficie. Basándose en este rasgo, Agurto Calvo pensaba que los grabados podían haber sido hechos en la época de los incas o en la de los preincas, pues consideraba factible realizar las incisiones en este tipo de piedra, con instrumentos usados por estas culturas. Las excavaciones que finalmente practicó en tumbas preincas (p.136) dieron sus frutos: encuentro dos ejemplares, similares a los que integraban su colección. Esto le permitió despejar la duda sobre la autenticidad de las piedras y declaró que éstas eran antiguas, por haberlas hallado asociadas a restos humanos y ceramios pertenecientes a hombres preincas.

El artículo periodístico en el que Agurto Calvo dio a conocer el hallazgo y sus trabajos, concluía con estas palabras:

"A la interrogante básica: ¿serán falsas, serán auténticas? que me ha cabido la suerte de despejar, suceden otras preguntas tan apasionantes como la primera pero más difícil [sic] de contestar. Estoy seguro que los estudiosos y arqueólogos del país les darán una pronta y segura respuesta que satisfará nuestra curiosidad y enriquecerá la historia y la cultura del Perú" (17).

(17) Artículo citado (Agurto Calvo, Santiago: Las piedras mágicas de Ocucaje. En: Suplemento del diario "El Comercio"; Lima, 11 de diciembre 1966)

[1968: Arqueólogo Pezzia Assereto]

Dos años después, en 1968, el arqueólogo Pezzia Assereto, que había acompañado a Agurto Calvo en las excavaciones, publicó un libro sobre la "Arqueología de la Provincia de Ica", en el que da cuenta del hallazgo:

"El arquitecto Agurto, logra después de varios intentos, hallar una piedra grabada en el interior de una tumba en el sector de Toma Luz de la Hacienda Callango del Valle de Ica el 20 de agosto de 1966 [...] Después de informar tan importante hallazgo al Museo Regional de Ica, el suscrito en compañía del Arquitecto realizamos una excavación el 11 de setiembre del mismo año, en el yacimiento del cerro Uhle del sector de La Banda de la hacienda Ocucaje, constatando por primera vez una piedra grabada en el interior de una tumba de la cultura Paracas, pues el suscrito jamás había presenciado el descubrimiento de este nuevo testimonio cultural consistente en una piedra grabada en el interior de una tumba con asociación. Y con este hallazgo se comprobó la autenticidad de estos vestigios" (18).

(18) Alejandro Pezzia Assereto: Ica y el Perú Precolombino. Tomo I, Ica, 1968

No obstante que así se confirmaba que las Piedras Grabadas de Ica eran auténticos especímenes arqueológicos, las autoridades culturales del gobierno central permanecieron (p.137) indiferentes. El hallazgo de Agurto Calvo hubiera bastado no sólo para que se ordenara el inmediato estudio de las colecciones existentes y no sólo también para que se practicaran las excavaciones del caso en busca de nuevos ejemplares, sino además para que se pusiera fin al comercio ilícito de que eran objeto las piedras. Pero nada de esto se hizo. Ni siquiera fueron materia de estudio las piedras del señor Carlos Soldi, que a la muerte de éste pasaron a poder del Museo Regional de Ica, por disposición testamentaria del difunto. Fue entonces cuando me dedique a incrementar las piedras de mi colección comprando ejemplares a algunos coleccionistas de Ica - de quienes había adquirido también los ejemplares que ya obraban en mi poder- y posteriormente a huaqueros de Ocucaje.

[1972: Hermann Buse en Ica - Congreso de Arqueología en Lima - los arqueólogos del estado siguen rechazando cada investigación en Ocucaje]

En 1972, nuevamente el estudiosos peruano Hermann Buse puso sobre el tapete el caso de las Piedras Grabadas de Ica, en momentos en que se realizaba en la ciudad de Lima el Primer Congreso de Arqueología Andina, evento en que participaban arqueólogos peruanos y del extranjero. En un artículo que publicó en el diario limeño El Comercio, con el evidente propósito de señalar la obligación que tenían los participantes de ese evento de opinar oficialmente sobre las Piedras Grabadas de Ica, en vista de que hasta el momento la ciencia no se había pronunciado sobre ellas. Buse destaca las opiniones controvertidas que de manera no oficial se habían venido difundiendo sobre la validez arqueológica de las piedras. Señala la incredulidad de los arqueólogos y recoge los argumentos de quienes creen en la autenticidad de las piedras.

Y frente a la afirmación de quienes creen que son falsas, Buse plantea dudas sobre la validez de tal afirmación:

"La Colección Cabrera, que se exhibe en la ciudad de Ica, comprende no menos de diez mil de estas piedras. ¿diez mil falsificaciones? No pocas han sido adquiridas por unos cuantos soles. ¿Se explica ese precio reducido tratándose de un trabajo tan delicado, tan complicado, tan difícil?".

Y agrega:

"Otros hombres respetables creen en ellas, en su legítima y certificada antigüedad. Por eso, ante la opinión de los profanos, resulta extraño que los arqueólogos (p.138) profesionales las rechacen de plano" (19).

(19) Hermann Buse: "¿Misterio arqueológico o superchería?" En: El Comercio, Lima, 6 de Enero 1972

Pero los especialistas participantes en el Congreso no se hicieron eco de las palabras de Buse y, así, una vez más se demostró el inexplicable desinterés de los arqueólogos por estudiar las piedras y pronunciarse sobre su autenticidad arqueológica.

[1974: investigador Robert Charroux con un libro sobre las piedras grabadas]

En diciembre de 1974 un diario de Lima

(20) Expreso; Lima, 20 de diciembre 1974

reprodujo una noticia proveniente de París que informaba sobre la reciente publicación de un libro escrito por el francés Robert Charroux, conocido estudioso e infatigable investigador de los testimonios más antiguos dejados por el hombre en diversos lugares del mundo. Charroux, convencido de que el comienzo del mundo se sitúa mucho más atrás de lo que supone la ciencia oficialista, dedica gran parte de su libro a las Piedras Grabadas de Ica, a las que considera testimonios más remotos de la existencia del hombre. Charroux afirma que las Piedras Grabadas de Ica posiblemente provienen de uno de los santuarios secretos de donde los atlantes - hombres que, según Platón, habitaron el misterioso y desaparecido continente de la Atlántida - dejaron testimonios de su avanzadísima civilización. La información que sobre las Piedras Grabadas de Ica contiene el libro de Charroux (21)

(21) Robert Charroux: L'énigme des Andes. Éditions Robert Laffont. Paris, 1974

son el resultado de la visita que hizo a mi Museo en dos oportunidades: en abril de 1973 y en Marzo de 1974. Fiel al deseo que siempre he tenido de que se estudien las Piedras Grabadas de Ica, mi Museo ha brindado toda clase de facilidades a sus visitantes. En el caso de este ilustre investigador - que en su segunda visita vino acompañado del prestigioso editor francés Robert Laffont y del perseverante investigador francés Francis Mazière - estoy convencido de que se trata de uno de los visitantes más excepcionales que ha tenido mi Museo (p.139).

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