de:
Javier Cabrera Darquea: El mensaje de las piedras
grabadas de Ica; edición privada, quinta edición 1991;
avenida Bolívar 170, plaza de Armas, Ica, Perú. tel.
231933 / 234363;
<Capítulo I:
EXISTIÓ OTRA HUMANIDAD
1.3. BIOLOGÍA PREHISTÓRICA EN PIEDRAS GRABADAS (p.42-50)
[El megaquiróptero: murciélagos gigantes - es
mamífero pero hay huevos grabadas en las piedras]

Piedras grabadas mostrando murciélagos gigantes (01)
(p.44)

Piedras grabadas mostrando murciélagos gigantes (02)
(p.45)
Seis piedras grabadas de una serie de 48 que contienen
la representación del ciclo reproductivo del
megaquiróptero ("murciélago gigante"), animal que
existió hace 63 millones de años. Estas piedras
informa que el megaquiróptero no se reproducía como
los mamíferos - como afirma la Paleontología - sino
como el ave. (p.45)
De acuerdo con los hallazgos de la Paleontología se sabe
que el megaquiróptero fue un animal de grandes
proporciones, alas membranosas y larga cola El único
animal que actualmente se le parece, aunque de
dimensiones reducidas, es un tipo de murciélago que vive
en las selvas de Australia y África, singularizado por
ser entre las especies de murciélago el único que posee
cola. Los murciélagos son mamíferos y por lo tanto nacen
después de haber completado su proceso de gestación en
el organismo de la hembra, son, pues, vivíparos. Dado el
parecido que tiene el murciélago con lo que fue el
megaquiróptero, la Paleontología afirma que este
"murciélago" arcaico fue también mamífero vivíparo. Sin
embargo, el estudio de una serie constituida por
cuarentiocho piedras me reveló la presencia de un animal
que partiendo de una forma simple se iba complicando a
lo largo de las cuarentiocho piedras hasta adquirir lo
que supuse era su forma completa y que logré identificar
con un animal reconstruido por la Paleontología, el
megaquiróptero. Evidentemente me hallaba ante la
representación gráfica de lo que podía entenderse como
las diferentes fases por la que atravesaba este animal
para adquirir su forma completa. La presencia de huevos
graficados en la cola de este animal en cada una de las
fases, me llevaron a la conclusión de que era una
representación simbólica de la simultaneidad de cada
fase con la presencia del huevo. y esto a su vez no
podía significar sino que había habido la intención de
dejar establecido que el ciclo reproductivo de
este animal se daba dentro del huevo, en forma semejante
al ciclo del ave antes de nacer.
Asombrosamente me hallaba ante un hecho que contradecía
en este punto a la Paleontología: el hecho que revelaba
que el megaquiróptero había sido un animal no
precisamente vivíparo como el murciélago, sino ovíparo
(véase las fotos de las piedras que informan sobre el
ciclo reproductivo del megaquiróptero).
[El dinosaurio Estegosaurius]
Por otro lado, la Paleontología refiere que el
dinosaurio fue el animal que alcanzó las más grandes
dimensiones entre los animales arcaicos que existieron
sobre la Tierra. Refiere asimismo que era ovíparo y que
la hembra ponía los (p.42) huevos en la arena para que
calentados por el calor solar desarrollaran las crías,
en forma semejante a como se reproducen actualmente los
reptiles, que, después de incubarse dentro del huevo,
nacen completos. Los testimonios encontrados de este
animal han sido esqueletos y huevos fosilizados, así
como también huellas de su piel y de sus pisadas en
rocas ígneas (rocas volcánicas) mesozoicas. Pero en una
piedra grabada encontré una sucesión de figuras
dispuestas en todo el contorno y que concluía en las
figuras de dos dinosaurios adultos junto a otro muy
pequeño, a los que identifiqué como pertenecientes a la
especie estegosaurio
(10).
(10) En
la época en que hice este hallazgo yo poseía también
piedras cuyos grabados muestran ciclos reproductivos
correspondientes a otras especies de dinosaurios,
tales como las del tiranosaurio, parasaurolopus,
lambeosaurio, brontosaurio, triceratops. Mis
investigaciones de todo lo referente a los
conocimientos grabados sobre distintas especies de
dinosaurio las recojo en un libro que daré a conocer
oportunamente.
Indudablemente se trataba del macho (6 en Fig. 11), la
hembra (5 en Fig. 12) y su cría (4 en Fig. 13).

Piedra grabada con un macho de un estegosaurio (p.46)

Piedra grabada con una hembra de un estegosaurio
(p.46)

Piedra grabada con la cría de estegosaurios (p.46)
Las otras figuras sucesivas partían de los anfibios (1
en Fig. 14),

Piedra grabada con una larva de un anfibio (p.47)
continuaba en una Figura semejante pero con dos patas (2
en Fig. 15)

Piedra grabada mostrando una larva avanzada de un
anfibio (p.47)
y concluía en una forma muy pequeña de reptil con cuatro
patas (3 en Fig. 16).

Piedra grabada mostrando un reptil pequeño, (p.47)
[Conclusión: metamorfosis había en remoto
pasado ya]
Esta sucesión de figuras revela así un fenómeno
biológico conocido: la metamorfosis. Este hallazgo era
sorprendente porque los estudios paleontológicos
afirmaban que los dinosaurios se reproducían en igual
forma que los reptiles actuales, es decir, nacían del
huevo completamente formados. Bien se sabe que la
metamorfosis es propia de los anfibios y que éstos, a
diferencia de los reptiles, no nacen completos al salir
del huevo, sino que luego tienen que pasar por una
sucesión de cambios en su organismo, la metamorfosis,
que se inicia en un estado larvario y concluye en el
individuo formado, estado a partir del cual sólo le
falta crecer para llegar a ser adulto. Precisamente
(p.43) la identificación que hice de la metamorfosis
grabada en esta piedra me permitió distinguir la hembra
del macho en los dinosaurios adultos: el estado larvario
inicial de la cría aparecía dibujado sobre el dorso de
uno de los adultos, mientras que sobre el otro se había
dibujado una fase más avanzada de la cría (larva con dos
patas). Lo primero lo entendí como la intención de
señalar el dinosaurio de donde había salido la cría y
esto sólo podía corresponder a la hembra. La
identificación la reafirmé recurriendo a un fenómeno
biológico, el dimorfismo sexual, que se da en muchas
especies de animales y que consiste en que el macho es
más grande que la hembra.
[Conclusión: había hombres ya a partir de la
primera edad del agnato - las teorías de la ciencia
"cristiana" no salen más]
Respecto del agnato, había llegado a mi poder una serie
integrada por 205 piedras que informaban sobre su ciclo
reproductivo. Después de un estudio minucioso advertí
que el ciclo era el de la metamorfosis. Con una
prolijidad extraordinaria, el hombre que había grabado
estas piedras había ilustrado en cada una un aspecto de
la metamorfosis de este pez arcaico. Este conocimiento
era ignorado por la Paleontología, la que a lo sumo
había llegado a tener sólo una idea de la configuración
física de este animal a través de unos cuantos
especímenes fosilizados encontrados en los suelos
arcaicos correspondientes al período Devónico (hace 405
millones de años) en la era Paleozoica.
Estos hallazgos estaban revelando, pues, lo siguiente:
que el hombre había existido desde una antigüedad tan
insospechada como la que señalaba su coexistencia con el
agnato, en la era más arcaica, la Paleozoica; que la
existencia del hombre se había dado también en las eras
Mesozoica y Cenozoica, a juzgar por su coexistencia -
revelada en las piedras - con el dinosaurio y el
megaquiróptero, respectivamente; y que el hombre que
vivió en estas eras geológicas había sido
intelectualmente muy evolucionado, muestra de lo cual
era el conocimiento que había tenido de aspectos muy
complejos de la biología, como son los ciclos
reproductivos de los animales. Las revelaciones que me
estaban haciendo estas piedras eran tan contradictorias
con los conocimientos de la Biología y Antropología que
yo enseñaba como profesor de la Universidad Nacional
"San Luis (p.48) Gonzaga" de Ica, que confieso que me vi
obligado a reflexionar profunda y serenamente con el
propósito de esclarecer la autenticidad de las piedras
grabadas. Decidí entonces volver a estudiar el esquema
tradicional de la teoría de la evolución de las especies
y del hombre.
[Hay hallazgos para cada era geológica en las
capas: restos vegetales y de animales]
De acuerdo con la teoría de la evolución, los animales
superiores son el resultado de un lento proceso que
parte desde las primeras formas vivientes
(microorganismos) que surgieron en los mares primitivos
de nuestro planeta. En este proceso han transcurrido
millones de años. Estudiando las capas que estructuran
la corteza de la Tierra, los geólogos han encontrado
cinco principales capas rocosas (capas geológicas), cada
una de las cuales ha sido considerada como la
correspondiente a una de las etapas de ese lento proceso
por el que ha atravesado la vida en nuestro planeta. En
cada capa se ha logrado encontrar restos de determinados
vegetales y animales ya extinguidos, lo que ha servido
para deducir, por la antigüedad de la capa, la
antigüedad de dichos seres y, por lo tanto, la época en
que vivieron. A la etapa o antigüedad que se le asigna a
cada capa geológica se le ha llamado era geológica. Cada
una de estas eras ha sido dividida en pequeñas épocas
llamadas períodos (Véase el cuadro de las eras
geológicas) (p.50).