de:
Javier Cabrera Darquea: El mensaje de las piedras
grabadas de Ica; edición privada, quinta edición 1991;
avenida Bolívar 170, plaza de Armas, Ica, Perú. tel.
231933 / 234363;
<Capítulo I:
EXISTIÓ OTRA HUMANIDAD
1.2. EL MISTERIO DE LOS GRABADOS (p.33-41)
[Formas y pesos de las piedras grabadas en
todas las variaciones]
El contacto permanente que yo tenía con las piedras me
permitió adentrarme en los misterios que encerraban sus
dibujos. Las piedras son de diferente tamaño, peso y
color. Las más pequeñas pesan de quince a veinte gramos
y las más grandes quinientos kilos aproximadamente. Son
de variados colores: gris, negruzco, amarillento,
rojizo. Se les confunde por su forma con los cantos
rodados, aquellos guijarros que se ven en los lechos de
los ríos, playas de los mares y terrenos aluvionales y
que se caracterizan por ser muy resistentes a los
golpes, a diferencia de las piedras grabadas que son tan
frágiles que el choque entre ellas o su caída al piso
las fragmenta. Esta singularidad de las piedras grabadas
se sumó a la que ya había advertido cuando tomé en la
mano la piedra que me obsequió mi amigo Llosa Romero. Me
refiero a su mayor peso específico respecto del que
tiene el canto rodado.
[La pregunta sobre el sentido de las piedras -
mensajes o una escritura secreta]
Desde el principio sentí que la actitud de contemplación
ante las figuras de los grabados no era suficiente para
entenderlas. Frente a una obra artística tal actitud
posiblemente me habría bastado. Pero la observación me
producía cierta inquietud que me hacía sospechar que los
grabados habían sido concebidos con otro propósito, algo
para lo cual no bastaba la sola contemplación. Entonces
pensé que tal vez los dibujos estuvieran expresando
mensajes. Esta idea no se borraba de mi mente y llegó a
un momento en que supuse que los grabados pudieran ser
una forma desconocida de escritura, en la que las
figuras fueran símbolos que representaran objetos,
sujetos, cualidades, actitudes, circunstancias, sucesos.
Desde entonces me aboqué a la tarea de hallar el sistema
expresivo que yo presentía se había empleado en esta
extraña forma de escritura.
[Conclusión que las piedras grabadas son mucho
más antiguas que la cultura de los Incas]
Pero entonces recordé algo que me detuvo momentáneamente
en mis disquisiciones: los resultados de las
investigaciones históricas sobre el antiguo Perú
afirmaban que los incas y preincas carecieron de un
sistema de escritura. Esto me condujo a replantearme el
problema bajo la (p.33) forma de una disyuntiva: ¿las
figuras de las piedras grabadas de Ica son arte o una
forma de escritura? Mis largas y apasionantes horas y
días de observación me hicieron advertir que las figuras
grabadas carecían de plano, proporcionalidad y
perspectiva. Recordé que la carencia de estos elementos
se advertía en los dibujos dejados por culturas como la
sumeria y la egipcia (de hace 6.000 años) consideradas
mucho más antiguas que las culturas inca y preincas,
dibujos que han sido estimados como una forma de
escritura. Me reafirmé entonces en que los dibujos de
las piedras grabadas eran una forma de escritura que
sólo podían haberse dado en un pasado muy anterior al de
los incas y preincas.
[Series temáticas de dibujos en las piedras]
Me hallaba, pues, ante la puerta de entrada que me podía
conducir al conocimiento de los extraños mensajes que
aquel hombre antiguo había grabado. Esto me obligó a
volver a examinar mucho más minuciosamente las piedras,
de modo que después de una revisión sistemática de seis
mil ejemplares que ya integraban mi colección, me di
cuenta de que en muchas piedras los dibujos parecían
repetirse. Un análisis comparativo me reveló, sin
embargo, que la repetición era aparente porque, si bien
de modo general había semejanza en las figuras, la
presencia de uno o más elementos nuevos insertos en el
conjunto de los dibujos o las variaciones en la actitud
de personajes, animales y vegetales, así como los
cambios de ubicación de los objetos, revelaban que los
dibujos eran diferentes.
Entonces me puse a ordenar en grupos las piedras cuyos
dibujos ofrecían esa aparente igualdad. Y me di con un
hallazgo que vino a significar un gran paso en mis
investigaciones: cada grupo de piedras formaban una
serie acerca de un tema y, en la serie, el dibujo
contenido en cada piedra era un aspecto diferente del
tema. Examinando los temas que ofrecían las series,
encontré que éstos se referían a aspectos del
conocimiento humano. Si bien la índole del tema podía
determinarse a simple vista, la presencia de signos
complementarios en los dibujos dificultaba conocer a
cabalidad el significado. Se hacía, por lo tanto,
imperioso encontrar no sólo el sistema expresivo sino
también disponer de la mayor cantidad de piedras
grabadas para poseer series completas y evitar así que
la información de la serie estuviera mutilada.
Para (p.34) alcanzar estos propósitos proseguí, de un
lado, incrementando las piedras de mi colección con
nuevas adquisiciones y, de otro lado, ahondando mis
investigaciones en busca del sistema expresivo que me
permitiera conocer la información que encerraban los
grabados.
[Las series en las repisas con temas de
astronomía, botánica, zoología, antropología, etc.]
Con las nuevas adquisiciones y el ordenamiento de las
piedras en series, mi colección empezó a ofrecer una
visión más ordenada de los grabados, pues destiné en las
estanterías compartimientos específicos que albergarán
las piedras de cada serie. Las series ofrecían temas
referentes a Astronomía,
Botánica, Zoología, Antropología, transportes,
rituales, pesca, caza, etc. Era de notar el
hecho singular de que las figuras humanas representadas
mostraban una conformación física diferente a la del
hombre actual y por lo tanto a la de los hombres inca y
preinca - éstos formaron parte de la actual humanidad -,
aunque ciertos adornos que las figuras detentaban en la
cabeza parecían las dos plumas que los incas usaron como
distintivo de poder y nobleza (Fig.3).
Piedra grabada de Ica con figuras humanas
Era de destacarse asimismo que los animales
representados, si bien parecían ser semejantes a los
actuales, tenían rasgos que los diferenciaban. Esto me
llevó a consultar manuales de Paleontología (6)
(6)
Paleontología: ciencia que trata del hallazgo,
clasificación e interpretación de los diversos
testimonios de la existencia de la vida en tiempos
pasados. La palabra fósil se refiere no sólo a los
huesos, dientes, conchas y otras partes duras de un
animal o una planta que han sido preservadas, sino
también a cualquier huella o impresión dejada por un
organismo que existió en época remota.
para salir de dudas. y encontré que tenían una identidad
morfológica con animales prehistóricos, aquellos que
vivieron en épocas remotas. Las piedras mostraban, por
ejemplo, caballos y llamas de cinco dedos (Figs. 4 y 5)
Piedra grabada con un caballo de 5 dedos y con hombre
encima (p.37)
Caballo de cinco dedos (Phenacodus), extinguido hace
40 millones de años (p.37)
Piedra grabada con una llama de 5 dedos (p.37)
Llama (Lama Auchenia) de cinco dedos, extinguida hace
40 millones de años (p.37)
megaterios (osos perezosos gigantes, Fig.6)
Piedra grabada con un oso gigante (p.37)
Megaterio (Megatherium), oso perezoso gigante,
extinguido hace un millón de años (p.37)
alticamellus (mamífero con cabeza y cuello de jirafa y
cuerpo de camello, Fig.7),
Piedra grabada con camello-jirafa con hombre encima
(p.37)
Alticamellus, mamífero con cabeza y cuello de jirafa y
cuerpo de camello, extinguido hace 13 millones de años
(p.37).
megaceros (ciervos gigantes, Fig.8),
Piedra grabada con un ciervo gigante (p.38)
Megacero, ciervo gigante, extinguido hace un millón de
años (p.38)
mamuts (elefantes primitivos (p.35) Fig.9)
Piedra grabada con un mamut antiguo (p.38)
Mamut, elefante primitivo, extinguido hace un millón
de años (p.38)
diatrymas (aves carnívoras gigantes, Fig.10)
Piedra grabada con aves gigantes (p.38)
Diatryma, ave carnívora gigante, extinguida hace 40
millones de años (p.38)
y otros animales más. Esto sólo podía
significar que el hombre que había grabado estas piedras
remontaban su existencia a un pasado tan lejano que era
evidente que las piedras grabadas de Ica no podían haber
sido hechura de incas o preincas.
[Hallazgos por Julio C. Tello en 1920:
esqueleto de llama de 5 dedos]
Recordé entonces que en 1920 el médico y arqueólogo
peruano Julio C. Tello había estudiado queros de
influencia Tiahuanaco en los que aparecían llamas no
precisamente con las pezuñas partidas en dos, como son
las actuales, sino con cinco dedos como fueron las
llamas prehistóricas, extinguidas hace 40 millones de
años, antigüedad que deduzco por analogía con la
evolución de los equinos. Los estudiosos atribuyeron
esas representaciones de los queros a la imaginación de
los artistas precolombinos, de quienes pensaban que así
habían querido humanizar a la llama actual. y es que
tales estudiosos descartaban la posibilidad (p.36) de la
coexistencia del hombre con animales prehistóricos. Pero
posteriormente Tello encontró, en territorio peruano,
esqueletos fosilizados de la llama de cinco dedos. Este
hallazgo, que debió interesar a paleontólogos y
arqueólogos sobre la posible coexistencia del hombre con
auquénidos prehistóricos, pasó inadvertido, no obstante
el hecho de que las llamas actuales son oriundas del
Perú (7).
(7) Los
arqueólogos [de la historiografía "cristiana" racista]
rechazan la posibilidad de la coexistencia del hombre
con animales prehistóricos, haciendo uso de lo que
aceptan como inamovible: que el hombre apareció
tardíamente, hace sólo 250 mil años. Sin embargo,
cuando en subsuelos de América se encuentran vestigios
humanos junto a fósiles de animales que vivieron hace
millones de años, afirman arbitrariamente que en
América tales animales se extinguieron muy
tardíamente.
[1865: el arqueólogo Ephraim George Squier
constata también una cultura de "un remoto pasado" de
"alta tecnología y cultura"]
Recordé también que en 1865 el protoarqueólogo
norteamericano Ephraim George Squier, después de
largos y profundos estudios de las civilizaciones del
antiguo Perú, había sostenido que en la cultura peruana
existieron dos épocas culturalmente diferenciadas:
-- una ubicada en un remoto pasado, poseedora de alta
tecnología y cultura, y
-- otra - la de los incas - muy próxima al hombre
contemporáneo, de bajo nivel tecnológico y cultural.
Squier pensaba que entre ambas debía mediar un tiempo
imprecisable. Consideraba asimismo que las gigantescas
construcciones pétreas dispersas en el territorio
peruano, eran los testimonios dela tecnología alcanzada
por la cultura de aquel remoto pasado. Squier dice: "¿De
qué época datan? Fueron por supuesto, el resultado de
una evolución gradual; fueron los últimos jalones del
progreso. Pero ¿dónde están los demás jalones, dónde los
monumentos anteriores que marquen los grados
antecedentes de la evolución? [...] ¿no fueron aquellas
obras, edificadas, inspiradas o sugeridas por un pueblo
exótico plenamente desarrollado, por inmigrantes o
maestros de centros de civilización distantes y más
antiguos, de civilizaciones de las cuales no sería ésta
más que una copia, un reflejo o una caricatura?" (8).
(8)
Ephraim George Squier: Perú incidents of travel and
explorations in the lands of Incas. Harper &
Brother Publishers, New York, 1887
Y responde que existen algunas evidencias (p.39) en el
Perú de un paso más antiguo, como los restos de
Tiahuanaco, que afirma, son tan admirables como las
ruinas de Asiria, Egipto, Grecia o Roma, y que los rudos
círculos solares de Sillustani son tan similares a los
círculos solares de Inglaterra, Dinamarca y Tartaria que
tendrá que ser muy penetrante el ojo crítico que quiera
encontrar la más pequeña diferencia. y refiriéndose al
caso hipotético de que los antepasados de los peruanos
hubieran inmigrado de ultramar o que su civilización
hubiera sido importada, manifiesta que aún en ese caso
"todavía permanecería evidente que el período de su
llegada al Perú antecede a todo recuerdo humano" (9).
(9)
Squier, obra citada
El hallazgo de Tello y lo que había sostenido Squier
confirmaban lo que las piedras grabadas de Ica estaban
mostrando: la existencia de una cultura peruana de
insospechada antigüedad, muy lejana a la época en que
vivieron los incas y preincas.
[Especulaciones: cuando el objeto no fue del
período del difunto en la tumba, así fue de una edad
de antes]
Esto me hizo reflexionar en la actitud que asumen los
arqueólogos frente a los hallazgos que hacen en las
excavaciones de tumbas incas y preincas. Los tejidos,
alimentos, objetos de metal, etc., que suelen encontrar
algunas veces junto a un hombre momificado, los
atribuyen a éste o a sus coetáneos, aplicando
arbitrariamente el criterio de asociación, instrumento
básico para la interpretación arqueológica. Lo
arbitrario de la aplicación de este criterio radica en
que no se detienen a pensar en la posibilidad de que por
lo menos alguno de los objetos encontrados no haya sido
hecho por el ocupante de la tumba o sus coetáneos, pues
es probable que tal objeto haya sido simplemente
encontrado por el hombre de esa época, quien al no tener
explicación respecto de sus verdaderos autores ni de su
significado, lo haya considerado divino y entonces lo
haya depositado en la tumba para que acompañe al difunto
en su viaje ultraterreno. Es probable también que, aun
cuando el objeto sea manufactura del hombre inca o
preinca, el dibujo (p.40) o el estilo no les pertenezca
conceptualmente y sólo haya sido reproducido de otro
objeto que provenga - a través de sucesivas
reproducciones de generación en generación - de una
cultura habida en un remoto pasado.
[El problema: hay hombres con animales de
antiguos tiempos antes de la existencia del "Homo
Sapiens"]
Lo que me confirmaban Tello y Squier encontró su punto
más alto en el asombroso hallazgo que hice al reconocer,
en las nuevas adquisiciones de piedras grabadas, las
figuras de animales prehistóricos de mucha mayor
antigüedad que los que anteriormente había encontrado.
Se trataba de megaquirópteros (murciélagos gigantes),
dinosaurios (reptiles gigantes) y agnatos (peces
primitivos sin maxilares), animales todos que según la
Paleontología existieron en eras geológicas más antiguas
que la era en que la misma Paleontología afirma que
apareció el hombre: el megaquiróptero en el período
Terciario (hace 63 millones de años), en la era
Cenozoica; el dinosaurio en el período Jurásico (hace
181 millones de años), en la era Mesozoica y el agnato
en el período Devónico (hace 405 millones de años), en
la era Paleozoica.
Piedras grabadas con el ciclo del agnato (p.49)
Diez piedras grabadas de una serie de 205 que informan
sobre el ciclo reproductivo del agnato, pez primitivo
sin maxilares que vivió hace 405 millones de años. Las
piedras revelan que su ciclo reproductivo - ignorado
por la Paleontología ["cristiana"] - fue la
metamorfosis (p.49).
Lo asombroso de este hallazgo radica en que podía
deducirse que el hombre que grabó en la piedra la figura
de esos animales había coexistido con ellos. Y esto
entonces significaba que el hombre tenía una antigüedad
de 405 millones de años, a diferencia que la establecida
de 40 a 250 mil años por la Paleontología, para lo cual
ésta se había basado en los hombres fósiles hallados en
los últimos milenios del período Cuaternario, denominado
por estos descubrimientos era Antropozoica; momentos de
la historia geológica del planeta en los que se afirma
apareció el "Homo Sapiens": Hombre Cromagnon, de
Grimaldi y de Neanderthal, en las postremerías de la era
Cenozoica. Pero lo inusitado no quedó aquí, porque en
otras piedras que complementan el tema de los animales
prehistóricos encontré grabados mucho más sorprendentes
que denotaban un conocimiento profundo de la biología de
estos animales, lo que la Paleontología no había podido
ni siquiera sospechar: los ciclos reproductivos del
megaquiróptero, del dinosaurio y del agnato; sus hábitos
nutricios y los puntos vulnerables de su organismo
(p.41).