de: María Espósito: Leyendas
Mapuches; en: Diccionario Mapuche mapuche-español /
español-mapuche; personajes de la mitología; toponimia
indígena de la Patagonia; nombres propios del pueblo
mapuche; leyendas; Editorial Guadal S.A., 2003; ISBN
987-1134-51-7, p.269
Resumen: El creador del mundo quería que el Sol y la
Luna van a gobernar juntos la tierra. Después de un tiempo
el Sol no quería compartir más con la Luna, rechazó a la
Luna y se enamoró de la Venus. Cuando la Luna vio eso así
lloró tanto que sus lagrimas formaron el lago Aluminé que
hoy está en Argentina.
<Cuentan los viejos más viejos que un día
Nguenechen (creador del
mundo) decidió que Antu (dios del Sol) y Cuyen (diosa de la
Luna) se convirtieran en marido y mujer. Además, les
encomendó que - en el nombre de él - reinaran sobre la
tierra. Así se los podía ver juntos marchar por el espacio.
Pero, pasado un tiempo, Antu se cansó de Cuyen. Ésta le
reprochó su injusta actitud. Antu reaccionó indignado y le
propinó (daba) una trompada (golpe) en la cara. Desde ese
momento, él se convirtió en el único astro del día y dueño
absoluto del universo, mientras que Cuyen recorre sola su
senda (camino) nocturna mostrando las cicatrices de su
rostro.
Un día Cuyen, ansiando (con el deseo de) una reconciliación,
decidió acelerar su viaje para alcanzar a su amado Antu
antes de que éste se ocultara. Pero la diosa de la Luna se
encontró con una sorpresa. Antu se estaba besando con el
lucero (estrella) de la tarde (Venus), de quien se había
enamorado. El dolor le provocó un llanto (pena con lagrimas)
tan copioso (grande), que las lágrimas formaron el lago
Aluminé. Desde ese día, el lago tiene la pureza y la dulzura
de Cuyen.>
(p.269)