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Historia Mapuche 3: guerras y deportaciones

Misioneros "cristianos" - colonos, exploradores, científicos "cristianos" - "el problema del indio" - campañas militares "cristianas" - conquistas - partición de terrenos y especulación "cristiana" con terrenos - trenes "cristianos" y más "colonos" - con el foco en Argentina




presentado por Michael Palomino (2011)

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de: María Espósito; en: Diccionario Mapuche mapuche-español / español-mapuche; personajes de la mitología; toponimia indígena de la Patagonia; nombres propios del pueblo mapuche; leyendas; Editorial Guadal S.A., 2003; ISBN 987-1134-51-7


Desde ayer hasta hoy

En la primera mitad de 1500, el conquistador Pedro de Valdivia salió desde Perú y comenzó la conquista del actual territorio chileno. Para subsistir, los españoles necesitaban esclavos indígenas. Pero los araucanos eran un pueblo luchador y el estado de guerra fue casi permanente. Hacia fines del siglo XVI los aborígenes se hicieron realmente fuertes y los españoles decidieron que sería muy difícil conquistarlos. Comenzaron entonces las expediciones esclavistas del otro lado de la Cordillera de los Andes, aunque algunos exploradores ya se habían internado en el actual territorio argentino. En 1620, Juan Fernández y Diego Flores llegaron hasta el Nahuel Huapi.

Los misioneros

Desde mediados del siglo XVII, tras los esclavistas comenzaron a llegar los misioneros, quienes intentaron recorrer la zona e instalar misiones itinerantes y reducciones. Su objetivo era convertir a los indígenas al cristianismo y mediar entre éstos y los españoles. Hasta fines de 1700, los jesuitas y franciscanos recorrieron la zona, establecieron algunas misiones (aunque sin mucha continuidad) y recogieron datos acerca de los grupos indígenas.

Colonos, exploradores, científicos

Desde fines de 1700 hasta las campañas militares, llegaron a la Patagonia personas muy distintas, con objetivos diversos.

Desde Chile, por ejemplo, fueron entrando colonos (p.242)

alemanes, que ya se habían establecido del otro lado de la Cordillera y, desde cerca de 1850, fueron ingresando en nuestro territorio.

También se hicieron presentes muchos viajeros y científicos, quienes se interesaban por ese espacio enorme e inexplorado, con posibilidades abiertas tanto para la investigación como para los negocios.

En 1829, el naturalista francés Alcide d'Orbigny se estableció en Carmen de Patagones y desde allí estudió los aborígenes de la Pampa y la Patagonia.

También George Musters, un capitán de la marina inglesa, recorrió el centro de la región, acompañando la caravana de los caciques tehuelches Casimiro y Orkeke. Otros viajeros fueron el perito Moreno, quien a partir de 1875 visitó la Patagonia muchas veces, junto con el científico Carlos Moyano; y el mayor mariano Bejarano, quien viajó por la cuenca del río Negro y conoció a gran parte de los caciques de la zona (p.243).

En la frontera

Al comenzar el siglo XIX las estancias de la "frontera" de La Pampa se establecieron definitivamente, y creció a buen paso la industria del saladero. Esto hizo que aumentara el interés de los "blancos" por dominar el espacio del norte de la Patagonia y sus recursos. Mientras científicos, viajeros, aventureros, colonos y misioneros recorrían la Patagonia, se iba gestando una industria ganadera que necesitaba del territorio sur para sus negocios.

Sin embargo, los malones se sucedían y, aunque existía una línea de fortines desde la costa hasta casi los Andes, éstos no lograban contenerlos. Se otorgaban subsidios a las tribus, pero no siempre eran suficientes.

En 1829, Juan Manuel de Rosas fue elegido gobernador de Buenos Aires. Durante su primer gobierno se propuso llevar a cabo un plan ofensivo contra los indios, para lo cual solicitó ayuda a varias provincias (p.243).

Avance hacia el desierto

En 1833, Rosas marchó hacia el "desierto": junto con Ruiz Huidobro, de San Luis, y José Félix Aldao, de Mendoza, comandaban tres divisiones que sumaban más de 3,000 hombres.

Rosas llegó al valle del río Colorado, donde fundó el fortín "Médano Redondo" (más tarde, Fortín Mercedes), y desde allí, sus columnas llegaron hasta el Río Negro y Choele-Choel. La campaña fue un éxito total. Se extendió la frontera hacia el Oeste y el Sudeste, y se hicieron tratados con varios grupos aborígenes, quienes a cambio de algunas raciones y yeguas se comprometían a no entrar sin permiso a la provincia de Buenos Aires y a suspenderlos malones (ataques rápidos [web01]).

Gobierno de Rosas

Rosas siguió gobernando hasta la batalla de Caseros, en 1852. Desde ese momento y hasta 1860, la Confederación Argentina, con Justo José de Urquiza como presidente, se enfrentó a Buenos Aires. Luego de la batalla de Pavón, fue elegido Bartolomé Mitre como Presidente de la Nación. Durante todo este tiempo, la frontera con el indio estuvo muy descuidada y las luchas recrudecieron.

El "problema del indio"

Hacia fines de 1800, la sociedad planteaba dos criterios contrapuestos para resolver el tema de los indígenas, Adolfo Alsina y Julio Argentino Roca fueron los representantes de esas opiniones. El primero abogaba por la incorporación del aborigen a la sociedad; el segundo era partidario de la guerra ofensiva.

Avellaneda y Alsina

En 1874, Nicolás Avellaneda fue elegido presidente, y nombró a Adolfo Alsina como ministro de Guerra. Su plan era avanzar progresivamente hasta el río Negro, cavando (p.244)

una zanja paralela a la línea de frontera que impidiera el acceso de los indígenas. Así se lograría incorporar las nuevas tierras y también al indígena.

En 1875, Namuncurá organizó un último gran malón (ataque rápido) contra las poblaciones del centro de la provincia de Buenos Aires. En respuesta, Alsina ordenó a las tropas marchar contra las tolderías. A principios de 1876, cinco divisiones avanzaron hacia el "desierto": los indios, derrotados, se replegaron hacia el interior; además, en toda la línea de frontera se fundaron pueblos (Carhué, Guaminí, Puán, Trenque Lauquen e Italó) y fortines. En las tolderías, la vida se hizo difícil. Buscar ganado era una tarea peligrosa y la comida escaseaba. Además, las enfermedades de los blancos comenzaban a hacer estragos. Algunos optaron por entregarse, como el cacique Manuel Grande; otros, huían hacia el interior del desierto. En 1877, falleció Adolfo Alsina. Inmediatamente, el presidente Avellaneda nombró en su cargo a Julio A. Roca, su acérrimo opositor.

Los aborígenes en Chile

Alrededor de 1860, en Chile también se llevó a cabo una ofensiva contra el indio, y se ocuparon progresivamente sus tierras. Entre 1883 y 1885 se realizó una campaña militar similar a la argentina, al mando de Cornelio Saavedra, conocida como "la pacificación de la Araucania".

La Campaña del Desierto en Argentina

Roca asumió el cargo de ministro de Guerra con un objetivo claro, expresado en su mensaje al Congreso en agosto de 1878:

"Es necesario (...) ir a buscar al indio en su guarida, para someterlo o expulsarlo, oponiendo en seguida, no una zanja abierta en la tierra por la mano del hombre sino la grande e insuperable barrera del río Negro (...)". (p.245)

Durante 1878, Roca envió varias columnas que debían atacar a los indios, para ir debilitándolos. Estos preparativos para la gran campaña fueron todo un éxito. Entonces, en abril de 1879 comenzó la Campaña del Desierto. Cinco divisiones con aproximadamente 6,000 soldados arrasaron con las tolderías indígenas y llevaron la frontera hasta los ríos Negro y Neuguén. Muchos indios murieron y otros fueron tomados prisioneros; algunos fueron enviados a la zafra a Tucumán y las mujeres fueron entregadas como personal doméstico.

Presidencia de Roca

En 1880, y a raíz de sus victorias, Roca fue elegido presidente. Enseguida encargó a su ministro de Guerra una nueva ofensiva contra los indios. La campaña del Nahuel Huapi llevó a las tropas hasta ese lago. En el trayecto, reconocieron la zona y se prepararon para una nueva avanzada.

Los indígenas, mientras tanto, huían hacia la cordillera y muchos deambulaban por los valles, eludiendo a los soldados. Sin embargo, todavía algunos grupos asaltaban fortines o estancias.

Después de la Campaña al Desierto, la "civilización" contaba con quince mil leguas más. La red telegráfica se extendió hasta el valle del río Negro; se crearon colonias para los aborígenes y se comenzaron a fundar focos de población en los valles de los ríos Colorado, Negro, Neuquén y Santa Cruz.

Nueva gobernación

Durante la presidencia de Sarmiento se dividió el sur del país en dos territorios: Patagonia (desde la frontera hasta el río Santa Cruz) y Magallanes (desde el río Santa Cruz hacia el sur). Existía el temor de que los chilenos se (p.246)

apropiaran de esa zona. Avellaneda, por su parte, el 11 de octubre de 1878 creó la Gobernación de la Patagonia.


El final de la conquista: la Campaña de los Andes

En 1881 se inició la tercera y última etapa de la Conquista del Desierto: la Campaña de los Andes. Bajo las órdenes del Coronel Villegas, tres columnas se internaron en el Neuquén y atacaron a los indios. Para fines de 1882 toda la actual provincia estaba incorporada a la "civilización" y se había fundado una gran cantidad de fortines nuevos. En 1883, Villegas afirma:

"En el territorio comprendido entre los ríos Neuquén y Limay, la Cordillera de los Andes y el lago Nahuel Huapi, no ha quedado un solo indio; todos han sido arrojados al Occidente..."

Pero todavía en diciembre de 1883 algunos caciques se resistían a rendirse: Sayhueque, Inacayal, Foyel y Namuncurá. Sin embargo, el avance del ejército era imparable. A principios de 1884, Namuncurá se entregó, y más tarde se le sumaron los demás. El último fue Sayhueque, gobernador del "país de las manzanas": el 1 de enero de 1885 se presentó junto a 3,000 hombres en el fuerte de Junín de los Andes.


Un destino cruel: deportación al desierto

Al finalizar la Campaña, la mayor parte de los caciques de la zona de la cordillera fueron llevados a ciudades del interior o a Buenos Aires. Algunos recibieron tierras en el "desierto", pero en la mayor parte de los casos eran malas, alejadas de su lugar de origen. Además, el papeleo siempre fue complicado. Otros quedaron como prisioneros en la isla Martín García, como [los caciques] Purrán y Pincén. Los caciques Inacayal y Foyel, por ejemplo (p.247), cayeron prisioneros en octubre de 1884. Junto con sus familias, fueron llevados a vivir al Museo de la Plata, en 1886, cuando todavía no se había inaugurado, asilados por el perito Moreno.

Inacayal falleció allí en 1888. En 1994, fue llevado de nuevo a sus tierras: sus descendientes pudieron enterrarlo en Tecka, Chubut.

El perito Moreno logró que Foyel y su gente fueran liberados y pudieran regresar a la Patagonia, aunque no a sus tierras, que habían sido compradas por los blancos.


Después de la guerra: distribución de la tierra Mapuche a los blancos ("civilización blanca" de guerra y de plata no más) - premios para militares

Mientras finalizaban las campañas militares, el país comenzaba a organizarse para incorporar las tierras aborígenes a la civilización blanca.

Hacia fines del siglo XIX, el Gobierno [racista "cristiano" de Buenos Aires] mensuró estas tierras y algunas fueron dadas como premio a los militares que habían participado en la campaña. Otras fueron vendidas y algunas quedaron como tierras fiscales.

Los indios que quedaron en la Patagonia vivían en reservas o en tierras que no eran suyas, generalmente las peores de la zona.


Poblaciones patagónicas: "civilización blanca" con especulación con tierra mapuche - y con empresarios (latifundistas)

Lentamente, se fueron estableciendo algunas poblaciones. Muchos colonos llegaron desde otras provincias y desde Europa, para instalarse y trabajar, mayormente en la agricultura y la ganadería. Sin embargo, muchas tierras fueron adquiridas por especuladores y negociantes, que en general ni siquiera conocieron esos terrenos. Esto dificultó el poblamiento, como también el hecho de que la mayor parte de los soldados vendiera sus lotes a los acopiadores, formándose así enormes latifundios (p.248).

La guerra sin fin con nuevos colonos de Europa contra los Mapuche - ahora vienen con trenes

Los primeros años del repoblamiento de la Patagonia fueron de gran tensión entre los aborígenes y los colonos y nuevas autoridades. Incluso hay fuentes que afirman que algunos estancieros neuquinos pagaban, como en Tierra del Fuego, para que los "cazaran". En el valle inferior de los ríos Negro y Chubut se fue formando un foco de poblamiento. En 1885, comenzó una nueva campaña para atraer inmigrantes galeses. También fueron centros de atracción los fortines, como Junín de los Andes o Chos Malal; además, muchos pobladores que venían de Chile se fueron afincando en la cordillera y en los valles. Y hacia fines del siglo XIX y principios del XX, los puertos y estaciones de tren vieron florecer poblados a su alrededor.

Hacia esa época, Viedma y Carmen de Patagones fueron centros muy importantes en la Patagonia norte, tanto para el comercio como para los servicios (p.249).

[Y ahora falta un tema importantísimo:

Persecución, prohibición de idioma y discriminación 1930-1980 apr.]


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