Kontakt     zur Hauptseite     zurück
zurückanterior    índicesiguente
D

Leyendas del mundo Mapuche

19. Leyenda de los picaflores: Painemilla con gemelos de oro y Painefilu la bruja

Mellizos
Mellizos [1]
Dos cachorros
Dos cachorros [2]
Un lago en Patagonia,
                          p.e. el lago Nahuel Huapi
Un lago en Patagonia, p.e. el lago Nahuel Huapi [3]

Una mujer daba luz a mellizos y la tía celosa afirmó que ella había dado luz a dos cachorros. La tía lanzó los mellizos en un cofre y lanzó el cofre en un lago donde un hombre viejo lo encontró. Cuando el padre vio jugar los dos niños se reconocieron. Pero la tía fue castigada. El pájaro que comió el corazón malo de la tía fue deformado en un colibrí.
Colibrí
Colibrí [4]

presentado por Michael Palomino (2011)

Compartir:

Facebook







de: María Espósito: Leyendas Mapuches; en: Diccionario Mapuche mapuche-español / español-mapuche; personajes de la mitología; toponimia indígena de la Patagonia; nombres propios del pueblo mapuche; leyendas; Editorial Guadal S.A., 2003; ISBN 987-1134-51-7


Resumen: Fueron bellas hermanas Painemilla y Painefilu y una de ellas (Painemilla) se casó con un cacique rico y recibió gemelos. La hermana Painefilu ayudó al parto pero fue envidiosa indicando que fueron dos perritos que nacieron escondiendo los dos bebe y lanzándolos en un lago en un cofre. El cacique mandó la madre a una cueva con perritos. Pero el creador del mundo Nguenechen salvó a los bebes, un viejito encontró el cofre y cuando los niños jugaron afuera el padre cacique les encontré y les llevó a su palacio, salvaron a la madre y la tía mala (Painefilu) fue quemada. Al fin un picaflor comió un pedazo del corazón malo de la tía y por eso tiene su forma.

<Cerca del lago Paimun, vivían hace mucho tiempo dos hermanas: Painemilla (oro azul, p.68) y Painefilu (culebra azul, p.68). Ambas eran jóvenes y hermosas. Un día, un gran cacique extranjero se enamoró de Painemilla. La muchacha y el jefe se casaron y se fueron a vivir a su hermoso palacio de piedra, construido en la cercana montaña de Litran Litran.

No había pasado mucho tiempo cuando Painemilla supo que esperaba un hijo. Uno de los machis (chamanes) se acercó al cacique y le dijo: "Serán gemelos: un varón y una mujer. Los dos tendrán en el pelo una hebra de oro."

Como se acercaba el momento del nacimiento, Painemilla le pidió a Painefilu que fuera al palacio para cuidarla. Así se reencontraron las dos hermanas, pero las cosas ya no eran como antes. Painefilu sentía una envidia inconfesable por Painemilla. Y tanta envidia sentía que, cuando ocurrió el nacimiento, Painefilu convenció a su hermana de que había parido una pareja de perritos y escondió a los hermosos bebés. Luego, puso a los niños en un cofre y los arrojó al lago Huechulafquen. En el palacio, Painemilla lloraba desconsolada, mientras amamantaba a dos perritos. El cacique no podía perdonar a su mujer por lo que había hecho. Entonces, echó a Painemilla y la mandó a vivir a la cueva de los perros.

Con la bendición de Nguenechen (el creador del mundo), las aguas del Huechulafquen protegieron a los hijos de Painemilla. Cierto día, un anciano que pasaba junto al lago, vio el cofre muy cerca de la costa. Entonces lo sacó del agua y se lo llevó a su casa. Al abrir la brillante caja, encontró a los rubios mellizos de hermosos (p.279) caballeros entre los cuales se destacaba un pelo de oro.

Una tarde, el cacique caminaba triste por las inmediaciones del lago, cuando vio jugando a dos bellos niños junto al bosque. De inmediato, le llamaron la atención esos chicos solitarios - un niño y una niña - que tendrían la edad de sus hijos si éstos hubieran sido humanos. Se acercó y quiso conversar con ellos. Pero al acariciar la cabeza del varón, sintió el pelo de oro. En ese instante, los tres se reconocieron.

Sin embargo, el niño lo increpó (renegó) duramente:

"No podemos llamarte padre. Nuestra madre pasa frío y hambre entre los perros. Te repito: no podemos llamarte padre."

Conmocionado y apenado, el cacique mandó a buscar a los mellizos para que fueran al palacio de Litran Litran. Una vez allí, su hijo volvió a regañarlo:

"Queremos ver a nuestra madre ahora mismo. No nos quedaremos ni un minuto si no la liberas y le devuelves el respeto que se merece. Si no lo haces, te juramos que no mandarás por mucho tiempo."

El cacique concedió el pedido. De esa manera, Painemilla y sus hijos se volvieron a reunir. Apenas se vieron, se reconocieron y no se separaron nunca más.

Pero todavía quedaba una cuenta pendiente que saldar. Los niños se dirigieron a la habitación de Painefilu - la tía traidora que los había separado de su madre - para vengarse de su terrible acto. La ataron, la empujaron afuera del palacio y la obligaron a sentarse sobre una roca. Entonces, el muchacho sacó un objeto que tenía guardado alzó hacia el Sol la pequeña piedra transparente y rogó (pidió):

"Ayúdame, Antu (el Sol). Necesito que tu calor atraviese mi piedra mágica. Necesito que tus rayos se conviertan en antorchas de fuego para destruir a la malvada Painefilu."

El milagro se cumplió y Painefilu quedó hecha cenizas. Sin embargo, un pedacito de su corazón no alcanzó a incinerarse. Cuando llegó el viento a dispersar los vestigios, de entre el torbellino salió volando un pajarito refulgente (brillante). Era el pinsha - el picaflor -, que, según los mapuches, predice la muerte.

Ahora vive inquieto y triste como Painefilu. No se posa (descansa) en las ramas ni roza (toca) con sus alas el follaje como los otros pájaros. Tiembla de miedo constantemente y, como si esperara un castigo, se esconde en cavernas oscuras o se aferra con desesperación a los acantilados.>


zurückanterior    índicesiguente

Compartir:

Facebook







Fuentes de fotos
[1] mellizos: Uta Lösken: http://utatravel.twoday.net/stories/4624331/
[2] dos chachorros: http://www.daifras-jump-for-joy.de/7.html
[3] Lago Nahuel-Huapi: http://www.crucedelagos.com/tickets/publico/article_15.shtml
[4] colibri: http://www.vadallatok.hu/kepek_madarak2.html

^