de: María Espósito: Leyendas
Mapuches; en: Diccionario Mapuche mapuche-español /
español-mapuche; personajes de la mitología; toponimia
indígena de la Patagonia; nombres propios del pueblo
mapuche; leyendas; Editorial Guadal S.A., 2003; ISBN
987-1134-51-7
Resumen: El dueño del lago está enamorado de la la
mujer joven Huala - y la mujer es convertido en un pato
quedando con él
<En un hermoso valle cordillerano, en las costas de un
pequeño lago, vivía hace mucho tiempo una niña llamada
Huala. Sus días eran tranquilos. Sólo se dedicaban a estar
con su familia, jugar con sus amigos y ayudar en los
quehaceres de la ruca. Una de las tareas que más le gustaban
era ir a recoger agua al lago. Allí, solía quedarse un buen
rato. Aprovechaba para lavarse y peinarse mirándose en el
espejo de agua.
El amo del lago, de tanto ver sus hermosos ojitos negros
reflejarse en las cristalinas aguas, comenzó a enamorarse de
ella. Así transcurrieron muchos años. Huala crecía y se
desarrollaba hasta que llegó a ser una joven muy bella y
atractiva.
Un día, mientras Huala tranquilamente sacaba agua, una
enorme garra emergió del lago y la atropó fuertemente
arrastrándola a las profundidades. Los gritos de
desesperación y angustia fueron escuchados por sus padres,
quienes acudieron enseguida armados con palos. Pero ya era
tarde. Huala había desaparecido. Sólo pudieron ver las ondas
concéntricas que había dejado el cuerpo de la niña al ser
sumergida. De inmediato, comprendieron que su hija había
sido raptada por El Cuero (borracho) del lago. Ya no
se podía hacer nada (p.262) porque ese monstruo era
invencible. De pronto, la orilla se llenó de peces. Ése era
el precio que el dueño del lago les pagaba por arrebatarles
a su hija.
Huala fue llevada hasta una cueva en las profundidades de
las aguas. Estaba aterrada, pero más lo estuvo cuando
contemplo (vio) - con sus ojos inyectados de miedo - los
despojos (robos) de otras víctimas a las que les faltaban
las cabezas. Esas cabezas son las que el dueño del lago hace
rodar desde las cumbres en forma de bolas de fuego y que los
mapuches llaman
cheruve
(meteorito, p.24). La niña no pudo soportar tanto horror y
cayó desmayada sobre las rocas.
Al despertarse, el Cuero se había transformado en un joven
muy bien mozo, que le declaró su amor.
"Te prometo que te trataré con cariño y dulzura si quieres
ser mi esposa para siempre."
Huala, angustiada y sollozando, le contestó:
"Yo sólo quiero seguir viendo a mis padres y la casa de mi
infancia. Sólo quiero contemplar la naturaleza, sus árboles,
sus montañas, sus valles."
El Cuero devenido joven aceptó su pedido, pero con una
condición: nunca debería abandonar las aguas del lago. Así
fue como, utilizando la magia que él solo conocía,
transformó a la niña en un ave parecida a un pato, pero con
patas y alas muy cortas para que no pudiera volar lejos ni
caminar bien en la tierra. Así se aseguraba de que Huala no
se alejara nunca del lugar.
Desde entonces, la Huala habita los lagos patagónicos en los
que nada con gran agilidad y se sumerge hasta lo más
profundo de las aguas. A veces, emite un grito que parece un
gemido de angustia, como cuando fue capturada por El Cuero.
Aún tiene la ilusión de que algún día termine el hechizo y
pueda volver a ser libre.>
(p.263)