de: María Espósito: Leyendas
Mapuches; en: Diccionario Mapuche mapuche-español /
español-mapuche; personajes de la mitología; toponimia
indígena de la Patagonia; nombres propios del pueblo
mapuche; leyendas; Editorial Guadal S.A., 2003; ISBN
987-1134-51-7
Resumen: El cacique (alcalde regional) Loncopan fue
enfermo y su esposa Pilmaiquen consiguió la hierba
ñanculahuen (hierba de las montañas) del ñancu (águila).
Pero las condiciones fueron que Pilmaiquen tendría que
perder su movimiento y al fin Loncopan fue curado y
Pilmaiquen perdió su movimiento por su amor a Loncopan.
<El gran cacique Loncopan está enfermo. Toda la tribu
está profundamente apenada por la terrible enfermedad que
posiblemente le quite a su líder. La fuerza y la astucia de
su bello y fornido cuerpo han desaparecido. Está postrado en
su catrera (cama de campo) sin poder moverse. Los intentos
de curación fueron en vano: ni los remedios ni el
Nguillatun (fiesta
para un futuro bueno) en el que rogaron a (p.259)
Nguenechen (la fuerza
de divinidad) por él, surtieron efectos sobre su perniciosa
enfermedad.
Loncopan es adorado y respetado por sus súbditos. No sólo
por su valentía y destreza en la caza y la guerra, sino
también por la bondad, sabiduría y justicia con que gobierna
la tribu. Ya no se puede hacer nada. Sólo queda ir a buscar
a una machi (chamán) que vive entre los cipreses y alerces
del espeso bosque. Es la última esperanza, todavía confían
en que sus hierbas y exorcismos sagrados puedan curar el
terrible padecimiento que lo está arrastrando a la muerte.
La
machi entra en
la
ruca y ve, al
lado derecho de Loncopan, a una mujer hermosa. Es
Pilmaiquen, la esposa del enfermo. Tiene los ojos llenos de
lágrimas y está desesperada. Le ha pedido a
Nguenechen que tome su
vida a cambio de la de su esposo.
La
machi comienza
su rito haciendo conjuros. Entre convulsiones, gritos y
gestos grotescos exclama en una agitación:
"Ñancu... Ñanculahuen".
(aguilucho blanco... hierba en las cumbres de las montañas,
p.260)
Los presentes se estremecen. Pilmaiquen ahoga un grito en su
pecho. El
ñanculahuen
es una hierba que crece en las cumbres de las montañas.
Además, está celosamente custodiada por el
ñancu, el aguilucho
blanco. Todo aquel que se atreva (tener el coraje) a
apoderarse de la hierba sufrirá espantosos peligros. Sin
embargo, la valiente esposa exclama, sin titubear (hesitar)
un momento:
"Yo iré a buscar el ñanculahuen."
Se acerca a la cama de su esposo y le promete:
"Yo te traeré la hierba. En tres días estaré aquí."
Inútil es convencerla de que no emprenda la imposible
aventura. Pilmaiquen parte decidida con rumbo fijo: las
montañas. Todos quedan aterrados cuando la
machi les dice: "Ha ido
a buscar el ñanculahuen."
Pilmaiquen se interna por senderos sólo transitados por
animales. Es el único modo de llegar a la cordillera nevada.
El viento helado le azota la cara. Las piedras y espinas
cortantes le lastiman los pies. Pero nada es más fuerte que
el inconmensurable amor que siente por su esposo. Eso le da
ánimo y le permite soportar los sufrimientos con algo de
alegría.
Su alimento son los piñones del
pehuen (araucaria, pino cordillerano
[web01]) y, por las noches (p.260), duerme debajo de las
lengas (haya del sur [web02]) achaparradas de las altas
cumbres. Al segundo día llega a los dominios del
ñancu (aguilucho
blanco) el lugar donde crece la hierba que curará a su amado
esposo. Agotada (descansada), se sienta sobre una roca a
descansar. De repente, sus ojos divisan (ven) un ave blanca
que se posa en una roca cercana a la de ella. La mirada del
ñancu es
penetrante, y con un fuerte bramido exclama:
"¿Qué has venido a buscar?"
"Mi esposo se está muriendo", responde Pilmaiquen. "¡dame la
hierba que sana! Yo estoy dispuesta a dar mi vida por ella."
El
ñancu acepta su
sacrificio y le contesta:
"Por el amor que sientes por tu esposo, acepto tu
ofrecimiento. Te daré la hierba que necesitas, pero a medida
que tu esposo recupere la salud, tú perderás los movimientos
y el habla. Sólo conservarás tus ojos sanos para que puedas
ver la obra que has hecho, y serás la esposa más amada del
mundo."
El aguilucho se va y, al rato, regresa con la hierba
curativa entre sus garras. Pilmaiquen llora de felicidad.
Al tercer día de la partida, Pilmaiquen regresa con la
hierba sagrada en sus manos, entre las muestras de asombro
del resto de la tribu. De inmediato preparan la infusión con
la sorprendente hierba y comienzan a lavar las heridas de su
esposo, que lentamente va recuperando los movimientos. Al
mismo tiempo, ella va perdiendo la movilidad y la palabra.
Cuando Loncopan recupera su salud, pregunta por su esposa.
La encuentra sentada cerca del bosque.
"¿Por qué estás aquí?", le pregunta. Al no poder hablar,
Pilmaiquen estalla en un llanto. El cacique, angustiado,
consulta a la
machi.
"Tu mujer no volverá a hablar ni a moverse jamás. Ése es el
costo de tu salvación."
En ese momento, Loncopan comprende cuánto lo ama
Pilmaiquen.>
(p.261)