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Leyendas del mundo Mapuche

1. Leyenda del diluvio (serpientes Trentren y Caicai, Trentren y Caicai filu)

Leyenda de la creación

Los
                      serpientes Trentren y Caicai
Los serpientes Trentren y Caicai [1]
El mar sube
                      hasta las cumbres
El mar sube hasta las cumbres [2]
El mar sube hasta las cumbres con los
                      serpientes Trentren y Caicai
El mar sube hasta las cumbres con los serpientes Trentren y Caicai [3]

Dos serpientes hicieron una competición: un serpiente dejó subir el mar, otro serpiente dejó subir las montañas...


presentado por Michael Palomino (2011)

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de: María Espósito: Leyendas Mapuches; en: Diccionario Mapuche mapuche-español / español-mapuche; personajes de la mitología; toponimia indígena de la Patagonia; nombres propios del pueblo mapuche; leyendas; Editorial Guadal S.A., 2003; ISBN 987-1134-51-7


Resumen: Hay el dios del sol y la diosa de la luna, y el sol dejó caer sus niños a la tierra provocando huecos grandes. Después lloró la luna provocando lagos y los cuerpos rotos de los niños fueron convertidos en un serpiente (filu) de las aguas, Caicai. Siguió una inundación de Caicai contra el creador Sol, y Sol hizo la buena serpiente (filu) Trentren como vigilante de Caicai. Además el Sol enseñó a los mapuches, pero los mapuches olvidaron la educación y se lucharon. Ahora el Sol dejó actuar Caicai subiendo las aguas para dar un susto a los mapuches, pero Trentren dejó aumentar los cerros también. Al fin Caicai murió y sobrevivían un niño y una niña como base de los Mapuches.

<Mucho antes de que llegaron los blancos, sólo habitaban las tierras los antiguos y verdaderos mapuches. Dios vivía en lo alto con su mujer y sus hijos, reinando sobre el cielo y la tierra. Aunque siempre era Dios, se lo llamaba de diversas maneras:

Chao, el padre; Antü, el sol; o Nguenechen, creador del mundo.

A la reina, que era su esposa, le decían Cuyen, la luna.

Dios había creado el cielo, las nubes y cada una de las estrellas. Había hecho correr los ríos y crecer los bosques. Pero lo más importante había sido que con sus enormes dedos había sembrado por todas partes a los animales y a los mapuches. Mientras tanto, los dos hijos mayores de Antu  (sol) y Cuyen (luna) crecían. Un día, quisieron ser como su padre, querían crear cosas y reinar sobre la tierra. Al ver que no podían comenzaron a criticar y a burlarse de él - hasta que Dios enfureció.

Así, con cada una de las manos tomó a sus hijos de los cabellos y los dejó caer desde lo más alto del cielo sobre las cordilleras rocosas. Los cuerpos gigantescos se hundieron en la piedra formando dos inmensos agujeros. La madre Cuyen no aguantó (soportó) la angustia (tortura) de observar esa pelea y se puso a llorar lágrimas enormes que - poco a poco - comenzaron a inundar los profundos hoyos que en la caída habían hecho sus dos hijos. Así se formaron los lagos vecinos: el Lácar y el Lolog (hoy en Argentina).

Dios tampoco soportó tanto dolor y decidió perdonar a sus hijos rebeldes. Entonces, les dio vida a los dos cuerpos despedazados (rotos) y los transformó en una enorme culebra alada (serpiente con alas) encargada de cuidar los mares y los lagos. La llamó Caicai.

Igualmente, la serpiente continuaba con la ambición de derrotar a Dios y dominar, de una vez por todas, el mundo entero. Furiosa, Caicai se llenaba de odio contra Antu y todos los seres vivos creados por su padre.

Al darse cuenta de su error, Dios creó una serpiente buena, a la que llamó Trentren. Y antes de dejarla bajar a la tierra, le dijo:

"Tu misión es vigilar a Caicai. Cuando veas que comienza a agitar el agua del lago, debes avisar a los mapuches para que busquen refugio y se pongan a salvo."

Pasó el tiempo, y un día Dios decidió bajar a visitar a los (p.256) mapuches. Les enseñó a cumplir los trabajos, a sembrar, a conservar los alimentos y a respetar el tiempo. El gran Chao (gran padre) volvió a su casa satisfecho. Luego, transcurrió otro tiempo tan largo, que los mapuches se olvidaron de las enseñanzas que habían recibido. Es más, dejaron de ser buenos hombres y empezaron a pelearse entre sí. Ya no había quien quisiera escuchar los consejos de Dios. Los propios descendientes de sus hijos hablaban de sus antepasados sin ningún respeto. Tanta bronca (lucha) sintió Antu, que decidió recurrir a Caicai:

"Quiero que hagas subir las aguas del lago, a ver si un buen susto hace que los hombres cambien su conducta."

La conversación fue escuchada por la atenta Trentren, quien enseguida lanzó su silbido de alerta para convocar a todos los mapuches al cerro donde vivía ella. El pueblo, lleno de miedo, comenzó la subida. Los animales también iban. Pero el agua los perseguía tan deprisa (rápido), que muchos murieron ahogados. Los mapuches que caían al agua se convertían en peces o en rocas.

La serpiente buena gritaba: "Trentren, trentren". Y la montaña subía. La serpiente mala decía: "Caicai, caicai". Y el agua aumentaba más y más.

Un día Caicai quiso ir a buscar a los mapuches a las cuevas de los cerros para terminar con su terrible misión. Trentren la interceptó y con su cola la hizo caer por la ladera de la montaña. En su caída, entre las piedras filosas, Caicai murió. Al poco tiempo, las aguas pararon de crecer.

Nadie sabe cuánto tiempo duró la batalla. Sólo se sabe que todos murieron . Todos menos un niño y una niña que sobrevivieron en el abismo profundo de una grieta. Únicos seres humanos de la tierra que crecieron sin padre ni madre, desabrigados (sin ayuda) de palabras y amamantados por una zorra y una puma. De ese niño y esa niña descienden todos los mapuches.>
(p.257)


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Fuentes de fotos
[1] las serpientes Trentren y Caicai: http://divinapoesia.blogspot.com/2010/03/kai-kai-y-tren-tren.html
[2] el mar sube hasta la cumbre: http://www.portaldemisterios.com/videos/yt-RzidkSoTgj4
[3] el mar sube hasta la cumbre con las serpientes Trentren y Caicai: http://legadoaustral.blogspot.com/2010/06/una-historia-mapuche-la-serpiente-tren.html


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