Los
terremotos y maremotos (dos tsunamis) del 13
de agosto del año 1868 en Arica
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Artículo 01 sobre los terremotos de
1868
Los Grandes Azotes de
la Naturaleza
Terremoto de 1868 -
[el tiempo bueno del día del 13 de agosto de
1868]
No hay duda que el año 1868 quedará inscrito en la
historia de esta tierra con un sello dramático
debido a la gran tragedia que significó el
terremoto de agosto, hito que marcaría el inicio
de otros penosos acontecimientos vividos en un
lapso de no más de diez años.
A once días de haber asumido el gobierno del
general José Balta, es decir el 13 de agosto de
1868, ruge la tierra con un terremoto grado 8 a 9
en la costa sur del Perú [con las fronteras de
antes] acontecimiento que constituye uno de los
hechos más importantes registrados por la
sismología mundial dada la magnitud del terremoto
y el área afectada.
El movimiento telúrico se expandió por toda la
costa de Sudamérica entre la península de
Mejillones y la costa de Paracas con un tsunami
(maremoto) que tuvo impacto desde el puerto de
Caldera hasta el Guayas en Ecuador, calculándose
el epicentro frente a las costas ariqueñas por ser
esta ciudad-puerto la más perjudicada.
Aquel fatídico 13 de agosto de 1868, era un día
normal para la época del año con una claridad
atmosférica poco común. Esta se produjo después de
dos días de lloviznas nocturnas y matinales que
limpiaron la bruma y polvo en suspensión frecuente
en los cielos ariqueños.
La Cordillera de los Andes se vela imponente
mostrando los nevados volcanes Tacora [en el valle
Lluta], Chapiquiña [en el valle Lluta], y más al
sur, el Taapacá [entre Putre y Parinacota], la
mañana era fría con una temperatura de 13 grados,
elevándose hacia los 23 grados al llegar el
mediodía.
La violencia del maremoto provocó que las naves
surtas en la bahía ariqueña comenzaron a moverse
como en medio de varios remolinos con una fuerza
incontrolable.
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Artículo 02 sobre el peligro del mar
y sobra la isla Alacrán
El fenómeno que se desató en el mar tomó de
sorpresa a una gran cantidad de barcos cuyas
tripulaciones sufrieron gravemente las
consecuencias.
El Peligro Viene del
Mar - [fueron dos tsunamis]
Lo que ignoraban por entonces, los afligidos
habitantes, era que el peligro llegaría justamente
desde el mar y cuando se agolpaba más gente en el
sector marítimo, vino un segundo remezón, tanto o
más fuerte que el primero con el agravante que
este movimiento fue acompañado de una violenta
salida de mar.
Esta arremetida furiosa de Neptuno barrió toda la
zona portuaria tragándose literalmente a todos los
que allí se encontraban. Cuando aún no se
recuperaban los ariqueños del segundo movimiento
de la tierra, se produce un tercer evento sísmico,
mayor que los dos anteriores con una duración de
tres a cuatro minutos.
En este tercer movimiento, el mar se retiró más
allá de donde el observador pudiese ver y la isla
El Alacrán quedó en seco con los buques y
embarcaciones menores varados en la costa.
[Los movimientos del
barco "Wateree"]
Según el relato del capitán del buque de guerra
"Wateree" de la Armada de Estados Unidos, Mr. L.G.
Billings, consignada por don Alfredo Wormald Cruz
en su libro "Frontera Norte", el primer movimiento
telúrico sorprendió al capitán del buque a bordo
de la nave en reunión con varios oficiales en su
camarote, cuando de pronto sintieron que el barco
se estremecía con violencia.
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[La vista del barco "Wateree" a Arica
destruida: derrumbes de edificios - nube de
polvo - gritos]
No supieron a qué atribuir el movimiento de la
nave que no cesaba un instante de moverse en forma
anormal. Prontamente subieron a cubierta para ver
que estaba pasando. Lo que apareció ante sus ojos
los dejó perplejos: Una enorme nube de polvo se
desplazaba desde el Morro hacia la ciudad,
acompañada del estruendo por la caída de inmensos
bloques de rocas de los acantilados de la
granítica mole tutelar de Arica.
Además de los derrumbes de los edificios de la
ciudad, la visión apocalíptica iba acompañada de
extraños ruidos subterráneos que semejaban,
truenos provenientes de las entrañas de la tierra;
estos ruidos, segundo a segundo crecían con mayor
intensidad.
El asombro y el pánico llegó al extremo de ver que
la tierra se movía como un mar agitado, que los
cerros lo hacían de tal modo que a cada momento
esperaban verlos estallar en pedazos.
La nube de polvo envolvió todo rápidamente y nada
se podía ver, pero los tripulantes del "Wateree"
podían oír los gritos despavoridos y el estruendo
de las casas que se derrumbaban. El buque era
zarandeado de tal forma que le era difícil a la
tripulación permanecer de pie y según los marinos
de la nave estadounidense el terremoto duró unos
cinco minutos.
La Isla El Alacrán -
[con su fuerte con 100 personas]
En aquel fatídico día del terremoto, el fuerte de
la isla El Alacrán se encontraba con su dotación
completa de cien hombres que servían las ocho
piezas de artillería que tenía.
[Arica trasformándose
en un puerto fuerte desde 1866]
Por esos años, Arica se transformaba en un puerto
de alto valor estratégico para las pretensiones de
hegemonía en el Pacífico que tenía la república
peruana con respecto a sus hermanas repúblicas
sudamericanas, sobre todo después de las acciones
del Callao, el 2 de mayo de 1866, contra la
escuadra española. [Eso había sido la última
prueba de los españoles racistas reconquistar el
Perú, pero la marina peruana se defendió bien].
[Descripción del
terremoto de 1868 como fue en la ciudad de
Arica: casas caen - nube de polvo - calles
bloqueadas - "coro de lamentos"]
Cuando eran las cuatro de la tarde del 13 de
agosto de 1868, la población reiniciaba sus
labores habituales, después de la tradicional
siesta de sobremesa. De repente sienten un golpe
muy fuerte y un ruido seco difícil de determinar
en cuanto a su procedencia dando la sensación que
la tierra se partía en dos.
A continuación se vino un movimiento de suelo que
daba la impresión de una fuerza superior que lo
sacudía como si fuera una alfombra, generando
ondulaciones en lo que momentos antes parecía
tierra muy solida y compactada.
Los muros de las casas se flectaban como si
hubiesen sido construidos de papel hasta que no
soportaban más cayendo sobre la gente, muebles y
utensilios en una fenomenal caída de adobes y
maderos.
Los que alcanzaban la calle también eran atrapados
por los edificios que se derrumbaban en un
verdadero caos que se acrecentaba segundo a
segundo, con un movimiento que no permitía dar
pasos sin caer al suelo.
El ruido subterráneo, el estrépito de las casas y
edificios cayendo, la nube de polvo de todo lo
cubría, oscureciendo la atmósfera, hacia el aire
irrespirable, creando un ambiente que para quienes
vivieron los interminables 3 minutos que duró el
terremoto, era como el fin del mundo.
Disipada la enorme nube de polvo se pudo observar
la magnitud de la tragedia, y donde hace pocos
minutos existía una ciudad que veía con fe su
prosperidad, ahora se había transformado en un
montón de escombros donde se había borrado incluso
sus calles.
Este dantesco cuadro de destrucción era acompañado
de un trágico coro de lamentos de sus atribulados
y acongojados habitantes, sobrevivientes del
fenómeno telúrico. Los pedidos de socorro salían
por todos lados, los gemidos y plañidos de los
heridas eran una verdadera letanía que anunciaba
más muerte y destrucción.
[Apr. 200 personas
quieren tomar la fuga con barcos]
Unas doscientas personas, obedeciendo más a sus
instintos que a su razón, en forma desesperada
concurren al sector del muelle para pedir auxilio
a los barcos surtos en la bahía, creyendo escapar
del cataclismo que se les venía encima al sentir
los fuertes ruidos subterráneos que no cesaban
dando la impresión que los cerros terminarían por
derrumbarse sepultándolo todo.
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Artículo
3: El Mítico Wateree
El Mítico Wateree -
[la gente en el muelle - segundo terremoto -
tercer terremoto - el mar se retira]
Los tripulantes del buque de guerra "Wateree", al
disiparse la nube de polvo, vieron horrorizados
cómo había desaparecido la ciudad en contados
minutos; los gritos de socorro se percibían
claramente desde los barcos y la tripulación
comenzó a ver cómo la gente se agolpaba hacia el
muelle para pedir auxilio a las embarcaciones.
El comandante del buque mandó un bote a tierra con
trece tripulantes a fin de adelantar los auxilios
a la atribulada población, mientras preparaba una
brigada de cuarenta hombres con las herramientas
necesarias para el rescate de las víctimas.
Tan pronto como la tripulación del bote
desembarcó, el estruendo del segundo sismo se hizo
sentir con toda intensidad tan violento como el
primero. Los tripulantes de los barcos con horror
e impotencia vieron cómo el muelle que se
encontraba lleno de personas, desaparecía tragado
por el mar y ninguna persona que se encontraba
allí logró sobrevivir.
Cuando aún no se reponían del impacto del segundo
movimiento con la salida abrupta del mar, vino el
tercer movimiento sísmico que duró varios minutos,
sacudiendo la tierra como si la columpiara y a
continuación el mar se recogió más allá del
horizonte, dejando en seco toda la bahía.
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[El barco "americano" "Wateree" con fondo
plano no voltea en la bahía seca]
Los navíos, sin agua que los sostuvieran quedaron
tendidos de costado como si hubiesen sido bestias
marinas heridas. La excepción fue el "Wateree" que
tenía sus fondos planos.
Esta nave había sido construida con el fin de
navegar por los correntosos y poco profundos ríos
del sur de Estados Unidos a finales de la guerra
de secesión que había sufrido esa nación
norteamericana.
Al
originarse la fuerte resaca, al momento de la
retirada del mar, todos los buques maniobraban
para no verse arrastrados por una colosal
succionadora en que se había transformado el
océano con fuertes corrientes que parecían
imanes por la atracción que generaban.
En estas circunstancias, el capitán del barco
"América", que se encontraba en tierra, se
embarca en un falucho [velero pequeño] para
comandar y salvar su nave, pero fue rápidamente
víctima de las corrientes pereciendo ahogado
junto a los tripulantes que le acompañaban.
El "Wateree" hizo esfuerzos por no ser
arrastrado, pero cortó todas sus amarras,
bajaron anclas las que arrastraban por el fondo
como arados hasta que el barco varó en el lecho
seco de la bahía.
El "América" encendió sus calderas, pero no
alcanzaron a tomar suficiente presión; el
"Channacelia" fue arrastrado quedando con el
ancla y su cadena de casi 80 metros estirada
completamente hacia la ciudad.
El resto de las naves fueron naufragando a
medida que se retiraba el mar, quedando en el
fondo seco como testimonio de la destrucción y
muerte que afectó al convulsionado "Mar
Pacífico".
Artículo 3: Dibujo con los dos barcos fuertes
Wateree y América en el desierto después del
tsunami en 1868
Artículo 3: Foto con el barco Wateree en la
arena en el desierto
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Artículo
04: "Día del Juicio"
El Día del Juicio -
[el tsunami a las 8:30 de la noche]
En los acantilados del Morro se produjo
deslizamientos de arena y tierra que dejaron al
descubierto antiguos cementerios precolombinos,
mostrando a los aterrados ariqueños una
verdadera ciudad de los muertos.
Los marinos del "Wateree" creían sinceramente
que había llegado el día del juicio final. A los
veinte minutos del inicio de la recogida del mar
y ya de noche, el buque americano comienza a
flotar, lanzado de un lado a otro por las
corrientes marinas.
Todos los de a bordo ignoraban dónde se
encontraba el barco ni tenían noción del riesgo
real que corrían junto con la nave, en sus almas
corría la incertidumbre de sentir que al minuto
siguiente podrían perder la vida.
Los tripulantes aferrados a los cables de
seguridad para tormentas, esperaban resignados
ser tragados en cualquier momento por el mar,
que lejos de calmar su furia aumentaba más y
más.
Eran como las ocho y media de la noche cuando un
tripulante dio el grito de alarma por lo que
creyó la proximidad de una rompiente; en medio
de la inmensa oscuridad se divisaba una línea
delgada de fosforescencia.
De pronto, se dieron cuenta que la línea subió
con mucha rapidez, que en breve tiempo se
confundió con el cielo del estrecho horizonte
nocturno: su parte inferior estaba formada por
cataratas de turbias aguas... era el maremoto
que llegaba con estruendo terrorífico.
El "Wateree" pareció quedar enterrado bajo una
masa sólida de agua y arena; la tripulación,
fuertemente amarrada conforme a lo establecido
en las ordenanzas, resistió el impacto.
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La
nave quedó totalmente a la deriva ya que no era
posible gobernar en esas condiciones, lucho
hasta que llegó a la cima de la ola, entre
crujidos de madera, metal y cuerdas del buque
que parecían reventar en cualquier momento. El
"Wateree" resistía...
Después de este zambullón y ascenso por la masa
de agua, nadie sabía qué había pasado, sólo se
tenía la percepción que el barco corría a gran
velocidad en medio de las tinieblas,
literalmente montado en la cresta de la ola,
hasta que empezó a descender con suavidad, pero
velozmente.
La luz de una linterna que lograron encender les
permitió darse cuenta que estaban en tierra
firme donde todo se transformó en un silencio
sepulcral, escuchándose sólo las olas del mar
reventado.
En la tripulación existía el temor que en
cualquier momento las fuerzas de la naturaleza
volverían a desatarse con toda la furia vivida
en las cinco angustiosas horas que había durado
el martirio de los ariqueños.
Las calderas del "Wateree" han sido por muchos
años, el último testimonio de aquel impresionante
fenómeno de la naturaleza que afectó a esta urbe.
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Artículo
5: "El Día Siguiente" 01
El Día Siguiente
La magnitud de la tragedia padecida se pudo
apreciar con las primeras luces del amanecer.
El tsunami había lanzado al buque norteamericano
tierra adentro, a los faldeos del Cerro Chuño,
noroeste de la ciudad unos 1.600 metros del
borde de playa anterior al maremoto.
La nave de guerra estadounidense había quedado a
unas diez millas de su fondeadero y la
tripulación del "Wateree" salvó en su mayoría,
viéndose disminuida por los ahogados en el bote
de socorro que se hundió junto a la gente que
pereció en el muelle.
La esposa del capitán del buque murió sepultada
por los muros de adobe del edificio donde
residía. Días antes de la tragedia habían sido
fusilados dos tripulantes del navío por
borrachos, pendencieros y desertores.
Cerca del "Wateree" se hallaba el "Channacelia",
totalmente destrozado con su cadena de ancla
enrollada alrededor del casco como hilo de
carrete a causa de las vueltas que le hicieron
dar las olas y con toda su tripulación perdida.
Un poco más al sur se hallaba encallado el buque
de guerra peruano "América", que se encontraba
en posición vertical enterrado en la arena,
dando la impresión que en cualquier momento
podría levar ancla y volver a navegar; había
perdido toda la tripulación que estaba a bordo
al momento de iniciarse el sismo.
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Artículo 5, foto 01: Arica
con el cerro Morro después del maremoto
1868: Una de las preocupaciones de
siempre de los sismos ha sido el
desprendimiento de rocas del Morro y su
impacto sobre las casas más cercanas.
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Artículo 5, foto 02, el barco "América" en
la arena después el maremoto de 1867
La fregata peruana
"América" quedó en incómoda posición,
enterrada en la arena. Su tripulación
pereció tras los efusivos abrazos de la
nave con las furiosas olas del litoral.
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La
playa en una extensión de 80 kilómetros
aproximadamente estaba cubierta de restos de
barcos, embarcaciones menores, estructuras de
construcción de edificios caídos, enseres de
casa, bultos de mercaderías que se encontraban
en los almacenes de la aduana y el ferrocarril.
Se calcula en un millón de dólares oro la
perdida aduanera ya que justo en los días
anteriores al terremoto se había desembarcado
grandes partidas que iban a los mercados de
Bolivia y Perú.
La ciudad resultó totalmente destruida y no
quedó ningún edificio en buenas condiciones; los
sobrevivientes tuvieron que improvisar chozas
construidas en cañaveral y totora [una clase de
carrizo] adosadas a algún muro que permaneció en
pie. Se improvisó carpas con la tela de las
velas de los buques que habían quedado
esparcidas en la playa y la gente se alimentó
con los víveres que quedaron en las bodegas de
los barcos varados y que por haber permanecido
cerradas sus escotillas salvaron de ser mojadas.
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Artículo
6: "El Día Siguiente" 02
[Los barcos perdidos]
En la desprevenida bahía se encontraba un número
significativo de buques y entre ellos estaban el
"Chanacelia" de bandera inglesa; la "Niñita" de
bandera inglesa y propiedad de la firma
Wellington and Company con agencia en
Valparaíso; la fregata "Gambetta" de propiedad
de la firma "Gambetta Hermanos"; el bergantín
(velero grande) "Regalón" de bandera peruana; el
"Fredonia", del gobierno de Estados Unidos que
cumplía funciones de almacén flotante al
servicio de la escuadra del Pacífico de esa
nación y que era remolcado por el vapor de
guerra estadounidense "Wateree", surto también
en la bahía local.
También, besaban las aguas ariqueñas, la fregata
"América" de la armada peruana; el bergantín
"Rayo" de bandera peruana; la corbeta
"Chañarcillo" de bandera inglesa; el bergantín
"Faustino Rivera" de bandera peruana; una barca
de nombre "Ulysses" de bandera estadounidense,
dedicada al transporte de guano; el buque
mercante "Eduardo" de bandera francesa; el
mercante estadounidense "Rosa Elvira" y además,
se cree que podrían haber estado en el
fondeadero de la bahía otros cuatro buques de
los cuales no se encontraron registros por haber
desaparecido toda la documentación de la
capitanía del puerto.
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Artículo 6, foto 01: vista con Arica siglo
XIX [¿siglo XVII?]
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Artículo 6, foto 02: vista con Arica 1868
con el cerro Morro
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Artículo 6, foto 03: Arica en el siglo
XIX, centro
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Artículo
7: Los daños en la Ciudad de Arica después del
maremoto del año 1868
Daños en la Ciudad
El terremoto y maremoto no respetó nada. La
Iglesia Basílica perdió completamente su techo,
quedando totalmente destrozada la torre del
campanario y parte importante del frontis que
daba a la esquina de la calle San Marcos.
La iglesia de la Matriz también resultó
destruida totalmente para nunca más ser casa
consagrada a Dios. Los restos del convento de
San Francisco terminaron por desaparecer y las
calles fueron literalmente borradas del mapa.
Arica ofrecía un paisaje desolador semejando un
mar de escombros el que era interrumpido de vez
en cuando por alguna casa que con dificultad
permanecía en pie: la parte baja de la ciudad
fue totalmente barrida por el tsunami y según
testimonios, éste habría llegado en su repechaje
[otra vuelta] tierra adentro hasta las cinco
esquinas, intersección de las calles de la
Alameda (18 de Septiembre), de las Mercedes
(Colón) y de Ayacucho.
El edificio de la Aduana, había desaparecido
totalmente, quedando sólo como testimonio de su
efimera existencia las columnas dóricas de acero
esparcidas a lo largo de la playa.
La estación y maestranza del ferrocarril también
desaparecieron, los carros y locomotoras no se
encontraron más, fueron tragados por el mar, el
relleno de la explanada que se había construido
a los pies del Morro como patio de maniobra del
ferrocarril desapareció.
El hospital San Juan de Dios resultó
prácticamente todo destruido, a excepción de la
capilla que no sufrió mayores daños; el fuerte
de la isla El Alacrán fue borrado de la
superficie por las olas, desapareciendo toda la
guarnición de 100 hombres y perdiéndose todas
las piezas de artillería allí montadas.
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El prefecto del
Departamento Moquegua (Arica era provincia del
Departamento) al momento del terremoto era Nicolás
Freyre, autoridad que tuvo sobre sus hombros la
inmensa responsabilidad de mitigar el dolor de sus
gobernados, ya que no hubo ciudad, pueblo o
caserío del Departamento que no haya sufrido los
efectos del gran sismo con sus secuelas de
destrucción y muerte.
Artículo 7, foto 01: La Iglesia de la Matriz de
Arica destruida después del terremoto del año
1868
La Ayuda de Chile
El gobierno chileno se apresuró en socorrer a
las víctimas enviando ropas y víveres en sus
buques con el fin de prestar colaboración de
auxilio al pueblo del Perú. Después de tres
semanas de angustiosa espera llegaron a la
ciudad los primeros socorros para los
sobrevivientes del gran sismo.
Artículo 7, foto 02: Un velero grande de ayuda
(bergantín): Por vía marítima llegó desde Chile
la ayuda para los sobrevivientes del
impresionante movimiento telúrico y marina.
Desde Lima se había enviado víveres y medicinas
en la fragata de bandera estadounidense
"Phowhatan" y los meses siguientes estuvieron
dedicados a la remoción de escombros y al
esfuerzo por restablecer las relaciones
portuarias que no sólo urgían para reactivar la
economía local, sino que también de las
comunidades del interior.
Se estableció, además, un improvisado hospital
construido de madera en el sector norte y un
lazareto, también de madera, los que prestaron
buen servicio a la atribulada población.
La playa había quedado sembrada de restos de
mercaderías avaluadas en un millón de pesos oro
americano, las que fueron acumuladas junto al
buque náufrago "Wateree" para librarlas de la
codicia de algunos habitantes que intentaban
aprovecharse de la situación.
Así las cosas, los sobrevivientes recibieron,
además, los auxilios de esta nave reforzados con
lo que trajera para sus connacionales el
"Fowhatan", barco de guerra de la Unión.
La población de Arica se calculaba entonces en
diez mil habitantes.
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Artículo
08: Nueva tragedia
[Paludismo por
mosquitos por lagos por el río Lluta desviado
- y cólera en Arica y en Tacna]
Cuando todo parecía retornar a la tranquilidad,
la población de Arica se vería sacudida por otra
tragedia.
Al pasar unos pocos meses del terremoto, en los
charcos que se habían formado en los bajos de
Chinchorro y Chacalluta, debido al desvío que
había sufrido el río Lluta en la desembocadura a
consecuencia de la salida de mar, se formaron
letales criaderos de mosquitos "anofeles",
desatando una mortífera epidemia de paludismo.
A este virulento repunte de fiebre amarilla se
sumó en forma simultánea una epidemia de cólera
que empezó a diezmar a la población de manera
dramática. Este último flagelo fue provocado
básicamente por las tremendas deficiencias
sanitarias en que había quedado la población.
Las aguas de los pozos que surtían la ciudad se
habían contaminado, prácticamente no había agua
para consumir y las condiciones sanitarias para
la preparación de alimentos eran miserables.
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Producto de la destrucción
sufrida por el terremoto, las innumerables
letrinas y pozos negros eran focos infecciosos que
sólo contribuían a agravar la situación. No
existía familia que no perdiera a alguno de sus
miembros y según informes de la prensa de la
época, en febrero de 1869 hubo días que las
muertes no bajaron de 40.
La incapacidad de las autoridades [peruanas] para
arbitrar medidas que enfrentaran con éxito la
situación agravaron la crisis. Se paralizó casi
totalmente la economía local en vista que se
impidió la entrada de las caravanas de arrieros y
de todo contacto personal por miedo a la
propagación de la epidemia a otros puntos del
Departamento.
Sin embargo, el ferrocarril a Tacna siguió
funcionando, siendo una vía que seguramente llevó
el flagelo a dicha ciudad donde también provocó
una gran mortandad, estimándose unas 2.500
víctimas de la epidemia.
De esta forma se desataba la segunda gran tragedia
del siglo en la tierra de San Marcos de Arica.
Después de los 800 muertos y desaparecidos
calculados en el terremoto del 13 de agosto de
1868 se suman las muertes por la epidemia de
principios de 1869 que se estiman en unas 700
personas.
Lo acontecido era tan grave que en una información
del diario "El Comercio" de Lima del 24 de febrero
de 1869 se leía: "si esta situación no mejora,
desaparecerá bien pronto Arica, pues los muertos
no bajan de 40 diarios en esta reducida
población".
Artículo 08, foto 02: En el desierto quedaron
los barcos que pudieron sobrevivir al impacto
que significó el terremoto y maremoto del 13 de
agosto de 1868.
Artículo 08, foto 2: Arica reconstruyéndose
después del maremoto y las epidemias de 1868 y
1869
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