de: María Espósito; en:
Diccionario Mapuche mapuche-español / español-mapuche;
personajes de la mitología; toponimia indígena de la
Patagonia; nombre propios del pueblo mapuche;
leyendas; Editorial Guadal S.A., 2003; ISBN 987-1134-51-7
Aashi: artilugio
mágico que consiste en dibujar en un papel - en forma
parcial o total - la figura de la persona a la que se
pretende realizar una maldad. Se debe colgar la figura en un
árbol o en una pared y pincharla con alfileres, clavos o
espinas. Se supone que de esa manera, la persona
representada en el dibujo sufrirá dolores. Es muy similar a
la práctica vudú.
Ailen Mulelo:
(ailen=brasas, p.8) son los reconocidos fuegos fatuos
(orgullosos), considerados por los mapuches como mensajes de
ultratumba (otro mundo). Es una luz intermitente
(reluciendo) y tenue (fino). Se cree que es un alma en pena
que está deseosa de comunicarse con una persona. Es más
conocida como la "luz mala", la cual es causa de emanaciones
(humos) de gas metano producido en pantanos (fangos) o
descomposiciones de materia orgánica enterrada a poca
profundidad.
Amomaritun
(amomaritu=invocación a los espíritus, p.9): la palabra
"amomaritun" significa "andar con bastante cortesía". Son
movimientos, gestos, sonidos y palabras con que la
machi presenta y aplica
sus conocimientos herborísticos y sus poderes mágicos. Los
más característicos son murmuraciones ininteligibles (no
precisos), escupitajos (saliva) y parpadeos (abrir y cerrar
los ojos) veloces.
Antucuran: huevo sin
yema, totalmente infecundo (infértil), considerado con
poderes maléficos. Es utilizado para arruinar (destruir) las
cosechas. Dicen que si se arroja (lanza) un
antucuran (huevo sin
yema) a un sembradío, éste se convertirá en un campo inútil.
Se cree que al romperse la cáscara saldrán espíritus
malignos.
Antüpaiñamcu
(antupainco=antepasados míticos, p.10): "Antüpaiñamcu" es
una creencia que supone que las almas de los muertos
encarnan en águilas venidas del Sol, que, de tanto en tanto,
se acercan a sus familiares para comunicarles algún suceso
venidero (en el futuro) (p.302).
Anuntuhue: pócima
(bebida medicinal) venenosa (malo) que sirve para mortificar
al enemigo de un cliente. El brebaje (la bebida con hierbas)
está compuesto con huesos humanos molidos. Su efecto es
letal (mortal). La persona que lo toma se va secando hasta
morirse.
Aun: ritual
funerario que los mapuches realizaban antes de la sepultura
(del entierro) del cadáver. La importancia del rito variaba
según la importancia del fallecido. Su objeto era el de
alejar los malos espíritus que pudieran llevarse el alma. La
ceremonia consistía en realizar carreras a rienda suelta
(corriendo libremente) alrededor de la persona fallecida,
danzar y entonar ciertas canciones como prueba del afecto
hacia el ser amado que dejaba esta vida.
El
aun también
tenía el propósito de espantar (dar un susto a) la sombra de
los
calcus o
brujos, que rondaban por los cementerios para apoderarse
(asumar el poder) del
alhue
(alma del muerto, fantasma, p.8) para poder utilizarlo en
sus hechizos (brujerías). Algunos hombres estaban a cargo de
cubrir de lajas (láminas de piedras) y mantas el fondo de la
fosa donde se apoyaría el cadáver. Una vez colocado en su
lugar, los deudos (familiares) comían y bebían poniendo en
la sepultura (tumba) parte de los víveres para que el
am (sombra del muerto,
alma en pena, espíritu, fantasma, p.9) formara parte del
ritual.
Asimismo se sepultaban junto al muerto todas sus
pertenencias más preciadas (preciosas), así como granos de
cereal que servirían al
am
de alimento mientras se dirigía al ranguiñhuenu (el medio
cielo). Es llamado así porque los mapuches consideran que
tras el firmamento visible existe otro mundo. Aquello que
los humanos alcanzan a ver es tan sólo la mitad del cielo.
La otra mitad está reservada para recibir el
alhue (alma del muerto)
del difunto (muerto).
Calcu: es el brujo.
Desde joven, el aspirante a brujo debe soportar pruebas
terribles. Una de ellas es pasar, totalmente petrificado
(sin movimiento), cuarenta noches debajo del chorro (aguas)
de una catarata. Un
calcu
no puede dar a conocer ninguna de sus intervenciones. Si lo
hace, morirá en el término de un año. Tiene prohibido robar
y no puede (p.303) comer con sal. Su dieta es harina de
trigo tostada y carne de ave, cordero o vaca. Tienen la
capacidad de convertirse en animales o aves cuando lo crean
conveniente (de manera buena). Entre sus diversas
herramientas mágicas están: el
macuñ (sirve para volar e iluminarse), el
challanco (espejo
utilizado para observar si su maleficio está haciendo efecto
en la persona indicada) y el
lancazo (enfermedad o mal enviado a la
distancia). Los brujos viven, por lo general, en antros
(cuevas) subterráneos (p.304).
Calcudungo:
prácticas de magia de la
machi
y el
calcu, que
pretenden presentar como realmente efectivas. Es decir,
buscan demostrar que son reales los efectos de cada una de
sus intervenciones.
Calcura [piedra de
ofrendas]: piedra que los mapuches llaman
melimilla (cuatro oros)
y que es habitual ver al costado de los caminos. Posee
cavidades, donde los viajeros colocan ofrendas, alimentos o
monedas. Se cree que las calcuras tienen aprisionada
(capturado), en su interior, el alma de un brujo maligno.
Por eso, cuando se transita cerca de una, es conveniente
pedirle permiso para pasar por ese lugar.
Caleuche
(transformarse en otro ser; nombre del barco fantasma
tripulado por brujos al que se refiere la mitología mapuche,
p.14):
el misterioso
caleuche
es presentado como un barco tripulado por brujos, monstruos
y almas de marineros muertos en altamar. Cuando puede
divisárselo, siempre está muy iluminado. Tiene la capacidad
de volverse invisible y de navegar debajo del agua. También
puede recorrer enormes distancias en tiempos muy cortos.
Siempre viaja de noche, y en su cubierta nunca faltan la
música y la fiesta. Cuando el
caleuche se apodera de alguna persona,
ésta es llevada a recorrer las profundidades marinas y se le
enseñan grandiosos tesoros. Muchos tripulantes suben al
barco seducidos por su melodía. El único que decide quién se
queda y quién se va del barco es el capitán. La persona
(p.304) que es expulsada del barco será abandonada en un
islote rocoso donde se convertirá en un lobo marino. Los
viajes del
caleuche
tienen como finalidad suministrar mercadería a comerciantes
que hicieron pactos con los
calcus [con los brujos].
Cavicho:
denominación que los mapuches hacían de los cadáveres
infantiles. Cuenta la tradición que los brujos se servían de
éstos como alimento. Es común encontrar en los cementerios
tumbas de niños profanadas.
Coñieuma: la palabra
significa, literalmente, "niña milagrosa". Es una flor que
crece adherida a los árboles. Sus pétalos, al abrirse,
muestran otra flor, más pequeña, de pétalos dorados. Dice la
tradición mapuche que la flor más pequeña se convierte en
una muñequita que llora al presentir la presencia de
intrusos. Cuando eso sucede, la flor madre la envuelve
nuevamente. Quien presencie esa escena, deberá cavar un pozo
al lado del árbol, donde encontrará un tesoro.
Cudiñ: es la
placenta. Para los mapuches, la placenta posee poderes
mágicos negativos. Por ejemplo, dicen que si es arrojada en
un campo de cultivo, la tornará estéril, especialmente si se
hace durante una noche con Luna llena.
Debido a esta creencia, cuando encuentran un animal
parturiento, esperan a que expulse la placenta para
enterrarla profundamente. De esa manera, se evita que algún
enemigo personal la utilice para convertir su campo de
cultivo en un terreno árido.
Es de suponer que esta creencia se basa en la analogía de la
esterilidad natural durante el período de lactación de todas
las hembras de mamíferos (p.305).
Cupolafe: hechiceros
que realizan autopsias para averiguar la causa de la muerte.
Cupove: especie de
cirujano que realiza operaciones haciendo cortes con gran
destreza y finura. Puede extraer entrañas de los muertos y
de los vivos para averiguar los motivos de la muerte o la
enfermedad.
Curahuellin:
piedrecillas que provienen de desprendimientos de rocas más
grandes. Se les adjudican poderes maléficos. Los brujos las
emplean para arrojar el daño a mucha distancia.
Challanco:
instrumento utilizado por los brujos para efectuar
averiguaciones sobre el paradero de personas extraviadas o
la actividad de sus secuaces. Es una piedra cristalina
similar a un espejo, donde se reflejan acciones de personas
realizadas en otro lugar.
Chelcura: son
esculturas precarias que, según la creencia mapuche, caminan
por las noches. Tienen como finalidad aconsejar y adular a
sus dueños sobre pensamientos relacionados con los
antepasados.
Cheun: es la
capacidad que tienen los
calcus
[brujos] y los animales aliados a él para transformarse y
volver, luego de realizada la misión, a su estado primero.
Chinivilu: gran
cantidad de víboras que, enroscadas unas con otras, forman
un bloque. Se presume que se las puede encontrar así en
época de celo. Pocas personas han presenciado esa escena,
pero quien lo haya hecho tendrá buen augurio. Cuando alguien
se topa [encuentra casualmente] con ese ovillo [montón]
serpentario, con un palillo debe comenzar a desarmar el
entrevero tratando de que las víboras se alejen del lugar.
Por lo general, la última serpiente que (p.306) queda es la
más grande. Invocando su respeto, ésta también se aleja.
Cuenta la tradición que, debajo de la última víbora, queda
una pequeña piedra de color negro que tiene la capacidad de
darle riquezas a quien la encuentre.
También se llama
chinivilu
a una culebra que posee dos cuernitos sobre sus ojos y dos
pequeñas colas, las cuales son consideradas amuletos.
Chodnapue: autopsia
realizada por la
machi
cuando una muerte es considerada extraña o cuando se produce
por la picadura de algún insecto. La
machi se encarga de
extraer el saco biliar. Según el color que tenga la víscera,
explica a los deudos los motivos del deceso. Si la
coloración del saco es negra, la enfermedad es llamada
anapue currun (oscura ventral
como la noche). El órgano debe ser enterrado lejos del
lugar, y las personas cercanas al muerto deben ser
"limpiadas" por la
machi.
Los familiares del fallecido deben autorizar la operación.
Eltu: inhumación,
entre los mapuches. En la actualidad, esta práctica no tiene
las mismas características de antaño. Sólo se preservan
algunos rituales. En la antigüedad, cuando fallecía un
mapuche, era despellejado - casi siempre por una mujer -
hasta convertirlo en esqueleto. Las entrañas y las carnes
eran incineradas y enterradas. Luego, el esqueleto era
vestido con las mejores ropas que tenía el difunto
(cadáver). También solía ser adornado con plumas y
colgantes. Luego, era colocado en una parrilla realizada con
palos delgados y resistentes, donde era fumigado con hierbas
sagradas. Mientras duraba la preparación del esqueleto, los
demás hombres daban vueltas alrededor del toldo del
fallecido cantando y dando golpes en el suelo con el objeto
de espantar a los malos espíritus. Luego, se sacrificaba el
caballo del difunto para que lo acompañara hasta el País de
los Muertos. En ocasiones, también se sacrificaba a un
(p.307) perro para que los guiara. Antes de enterrarlo, la
fosa debía ser llenada con las pertenencias del fallecido,
alimento y chicha. Esta tradición se vincula a la creencia
que los mapuches tenían sobre una vida después de la muerte.
La cabeza del cadáver debía apuntar hacia el poniente. En
algunas tribus, existía una mujer encargada de limpiar y
vestir al esqueleto una vez por año.
Gutave: "hueseros"
encargados de las personas y los animales. Su metodología
para la curación no es magia. Practica una medicina heredada
que se pasa en intervenciones sanadoras (parches,
cataplasmas y emplastos).
Huanguelen: los
mapuches creen que cada estrella corresponde al alma de un
antepasado, que los observa desde el firmamento y los
protege. La poética mapuche le ha dedicado hermosos cantos
de amor relacionados con el
huanguelen.
Huedalu: son las
prohibiciones. Infringir alguna de ellas provoca la venganza
de los espíritus. Algunas de las interdicciones son: no
tocar a la
machi
mientras está realizando un ritual, no tocar los objetos
enterrados con el difunto, no maltratar a un demente o
alucinado, no destruir piedras de colores o con formas
extrañas consideradas místicas, no utilizar los árboles
sagrados para leña, no herir o matar a los animales y aves
venerados. También existen proscripciones sexuales, para los
que juegan a la chueca y para los jinetes de carrera, entre
otras tantas.
Huilliñ: los
mapuches creen que comer carne de nutria y, especialmente,
sus testículos, transfiere a los hombres una fuerza
reproductora y sexual impresionante (p.308).
Huitranche:
estructuras rocosas de considerable altura que suelen
encontrarse a la vera de las laderas y a los costados de los
caminos. Los mapuches creen que son representaciones de
hombres y mujeres que fueron convertidos en piedras durante
la batalla entre Trentren y Caicai. La tradición dice que
son "almas cuidadoras" de los caminantes. Por ese motivo,
nunca un mapuche dejará de mirar con reverencia una piedra
huitranche. La saluda,
le deja una ofrenda y le pide que intervenga ante los malos
espíritus para eliminar los obstáculos que puedan surgir en
el camino. También son considerados guardianes de las
montañas, encargados de castigar las profanaciones de
aquellos que pretenden encontrar los tesoros ocultos de los
cerros.
Inaimahue: consulta
que realiza un adivino para averiguar dónde están animales u
objetos perdidos. Esta ceremonia dura varias horas y se
realiza por la noche. El adivino percibe - mediante conjuros
- quién es la persona que posee los objetos extraviados
(perdidos). También se creía que realizando ciertas
invocaciones se hacía regresar a los animales perdidos en
las montañas cordilleranas.
La flor de hielo:
flor roja de rara especie que crece en las zonas donde hay
nieves eternas. Su vida es de pocas horas. La leyenda cuenta
que un joven, que pretendía el amor de una muchacha, murió
en la búsqueda de la flor de hielo. Llevarle la flor era la
prueba de amor que ella le había propuesto.
Lanantu y Lancuyen:
literalmente, significa "muerte del Sol" y "muerte de la
Luna". La palabra es utilizada durante los eclipses. Si el
eclipse es de Sol, se anuncia la muerte de un cacique
respetado y querido. En cambio, si el eclipse es de Luna, la
muerte es de un cacique enemigo (p.309).
Levlevtun: carreras
realizadas por brujos y
machis.
La particularidad de las corridas es que deben hacerse de
espaldas. Son frecuentes las caídas y tropiezos. Sin
embargo, es condición no darse vuelta para ver dónde se va a
pisar.
Macuñ: poncho que el
brujo utiliza para volar. Según la mitología mapuche, el
poncho es fabricado con piel humana extraída del pecho de un
muerto reciente. El brujo se encarga de darle un tratamiento
mágico para convertir la membrana en un objeto tan
poderosamente luminoso, que aquel que lo mire de cerca se
encandile hasta la ceguera. El
macuñ permite volar distancias muy
grandes. Para hacerlo, el brujo debe emitir la palabra "
arrahuel". Los brujos
utilizan el poncho volador para salir a hacer sus recorridas
nocturnas. Muchos creen que las estrellas fugaces son
calcus (brujos) volando
con sus ponchos brillantes.
Malhuellantu Shugu:
el término significa "vasija que habla". Antiguamente, era
un procedimiento utilizado para realizar predicciones. El
método consiste en enterrar una vasija de barro cocido llena
de chicha y bien tapada. Esto lo hacía únicamente el cacique
de la tribu. Luego, al celebrarse un
Nguillatun (fiesta del
futuro) se desentierra el recipiente y se verifica su
contenido, con el cual se hacen todo tipo de elucubraciones
predictivas.
Melipal: nombre que
los mapuches le dan a la constelación Cruz del Sur. Existe
un nombre más arcaico:
merilito,
al cual se le rinde culto por ofrecer sus estrellas como
guía nocturna.
Mocha: nombre de una
isla del Pacífico ubicada frente a las costas chilenas.
Según la mitología, allí se realiza el traslado al País de
las Tinieblas o al
Ngullchemaihue
(lugar en occidente para la reunión de la gente). Antes de
salir, se debe pagar el pasaje a una de las viejas
trempulcahue (p.310).
Molvuñ: es la
sangre. Los mapuches discriminaban la sangre malo o inútil
(proveniente de menstruaciones, partos o hemorragias
nasales) y la sangre buena (conseguida en las inmolaciones).
Esta última era bebida. Era costumbre que los padres dieran
de beber sangre a los hijos flacuchentos, miedosos o con
tendencias homosexuales. Se creía que la sangre humana
potenciaba el coraje y la fuerza.
Muchrounhueque:
terremoto, pero literalmente significa "sacudirse el
guanaco". Una de las versiones adjudican lo movimientos
bruscos del guanaco como causa de los sismos. Otra, en
cambio, supone que las sacudidas de la tierra eran un aviso
de un pillan para saber si estaban todos los mapuches.
Cuando esto sucedía, hombres y mujeres salían de sus casas
y, mientras molían trigo, debían gritar avisando que estaban
todos bien.
Mupufe: se denomina
de esa manera a la piedra voladora. Es utilizada para
arrojar un mal o un daño muy lejos. Si la piedra es recogida
por otra persona, el efecto se anula por completo. La piedra
debe tener una forma o un color especial.
Ngümanhuenu: el
vocablo significa "llanto del cielo". Los mapuches creían
que moriría un cacique o una personalidad importante de la
tribu si la lluvia era escasa pero con gotas muy gruesas.
Ñiconmehueche: el
término significa "la niña que se perdió". Rogativa que se
realiza cuando una niña se extravía en los bosques
cordilleranos. Se solicita a los espíritus que la cuiden y
la devuelvan con su familia.
Oñoquintu:
literalmente, significa "mirar o buscar hacia (p.311)
atrás". Es una infusión realizada con diversas hierbas
aromáticas, pero principalmente con un musgo llamado
oñoquintu. Actúa como
brebaje amoroso cuando una persona desea reiniciar las
relaciones afectivas interrumpidas.
Pailacura: la
palabra quiere decir "piedras de espalda". Son las piedras
de la montaña cambiadas de lugar por el viento, una tormenta
o un terremoto. Si un mapuche observa el momento exacto
cuando una piedra es trasladada, debe comunicárselo a toda
la tribu. Además, debe intentar no tocar esas piedras, a las
que les adjudican poderes maléficos terribles.
Pentucutrun: es una
señal de afirmación que practican las
machis al momento de
diagnosticar la enfermedad. Luego, se realiza el traspaso
del mal a un animal que, por lo general, es un cordero. El
ritual consiste en que el cuerpo del enfermo se ponga en
contacto con el animal a través del aliento. Por último, la
persona convaleciente debe escupir adentro de la boca del
cordero. Mientras tanto, la machi suplica a
Nguenechen (el creador
del mundo) que la dolencia pase al animal. Al finalizar la
ceremonia, se sacrifica al cordero y se verifican sus
entrañas para confirmar o no el éxito del procedimiento.
Perimontu: son todas
aquellas situaciones (curaciones, estados del tiempo,
maldiciones, etcétera) que se producen sin la intervención
de una
machi o un
brujo. Son los considerados "milagros".
Pillañtoqui: hacha
milagrosa que, después de una imploración,
Nguenechen hace bajar
del cielo para salvar a los mapuches de una situación
peligrosa. El hacha posee, entre otras cualidades, la virtud
de cortar de un solo hachazo los árboles más grandes y
robustos (p.312).
Pillunchucao: es
conocida como la "hierba para robar sin miedo". Los mapuches
la ingieren para robar con felicidad y sin sorpresas. Creen
que al tomar el
pillunchucao
nadie los sorprenderá ni les sucederán accidentes
imprevistos.
Pimuntuhue: son
piedras perforadas de variadas dimensiones que van de los
cuatro a los veinte centímetros de largo y que llegan a
pesar hasta cinco kilos. Se les adjudican poderes
sobrenaturales cuando son utilizadas como amuletos. Por
ejemplo: puesta una piedra en el mango de los instrumentos
agrícolas, favorece las cosechas, y empleada en la batalla
hace que el guerrero sea invencible. Las
machis son las únicas
que conocen todas las virtudes de un
pimuntuhue. Por lo
general, utilizan estas piedras cuando realizan artilugios
mágicos para predecir sucesos.
Piuque: el corazón.
Cuentan los mapuches que los guerreros más valientes tenían
un corazón privilegiado, sano y poderoso, capaz de influir
de un modo decisivo en las batallas. Cuando moría un cacique
valiente, su corazón era cortado en trozos y comido crudo
para adquirir sus dotes de coraje y bravura.
Renupulli o Salamanca:
el vocablo se traduce como "cueva en la tierra". Es el sitio
donde se reúnen
calcus
(brujos), hechiceros y adivinos. En ese antro oculto se
perpetúan las artes de la brujería. Allí, en compañía de
animales y espíritus aliados, planean sus próximas
fechorías. Cuentan los que estuvieron en el lugar, que está
iluminado con farolas muy potentes alimentadas con aceite
humano. Sólo podrán entrar en la cueva aquellos que conozcan
la contraseña. En su defecto, el
renupulli permanecerá invisible a los ojos
de los mortales. Cualquier miembro de la salamanca que
difunda el lugar donde está ubicada, será tremendamente
castigado (p.313).
Toqui: hacha
simbólica utilizada exclusivamente por los caciques. Es
fabricada con una piedra muy dura y compacta que le permite
tener un filo importante. Los
toquis utilizados para las batallas
presentan ilustraciones labradas y ornamentos
complementarios. Se cree que la piedra tiene cierta relación
con los aerolitos que provienen del cielo. El hacha como
insignia representa el poder, pero también es considerada un
amuleto contra maldiciones y desgracias. En ocasiones, puede
suceder que el
toqui
sea maldecido y se eche en contra de su dueño. El
toqui también es
empleado como instrumento curativo. La
machi lo utiliza para
pasar la parte suave del hacha por la zona enferma del
convaleciente.
Toquicura: piedra
considerada sagrada y que se conserva dándole sangre. Cuando
los caciques se reúnen para decidir cuestiones tribales,
cada uno trae su
toquicura.
Durante toda la deliberación, la piedra sagrada permanece en
el suelo. El dueño de la toquicura debe esconderla debajo de
la tierra cerca de su casa. En caso de ser atacado, la
piedra le avisará. Por eso, también es llamada
peutufe (piedra que
avisa). Se cree que la posesión de la piedra es un don de
Nguenechen. Por lo
tanto, el dueño no puede desprenderse ni regalar nunca la
piedra sagrada.
Tranatrav necultun:
el término se traduce literalmente como "gran carrera
juntos". Es una manera que tiene la
machi (chamana) para
solicitar la presencia del
Huecuvu. Dos personas en representación de
la
machi y una en
nombre del
Huecuvu
- el cual está con el torso desnudo - corren una enardecida
carrera de unos cincuenta metros de distancia. Lo hacen dos
veces: una vez mirando hacia delante y la otra de espaldas.
Siempre salen victoriosos los representantes de la
machi (p.314).
Trolomamüll: es una
superstición que los mapuches formulan cuando observan
hendiduras cortantes en las cortezas de los árboles. Las
rajaduras que están en posición vertical son anuncio de buen
agüero. En cambio, las que están en forma horizontal avisan
sobre males futuros. Para que éstos no acontezcan, se deben
curar las heridas del tronco.
Troquihue: elemento
utilizado por la
machi
para realizar mediciones corporales en sus pacientes. Es una
especie de punzón que permite, entre otras cuestiones,
"atravesar" el corazón sin que emane una sola gota de
sangre. La
machi
lo maneja con una gran destreza y le permite realizar
diagnósticos sobre cuál es el paso más conveniente por
seguir para realizar la curación.
Ücu: piedra
pulverizada que se agrega a la arcilla alfarera, con el fin
de darle mayor consistencia y resistencia al recipiente que
se fabrica. Las mujeres consideran que la piedra es animada
y que al molerla hacen enojar su espíritu. Finalmente, como
muestra del daño producido, el espíritu deja hilos de color
en el sitio donde se recoge la piedra.
Unñolihuetun: es la
resurrección. Los mapuches creen en una segunda vida después
de la vida terrenal. Por ese motivo, los muertos son
enterrados con armas, útiles y víveres, los cuales son
destinados a saciar las necesidades en e País de los
Muertos. Parece ser que las privaciones son idénticas en
ambos mundos.
Vurvurün: es el
silbido del viento. Los mapuches atribuyen el sonido del
viento a pájaros misteriosos e invisibles al ojo de un
mortal. Sus gritos producen esos silbidos inconfundibles
(p.315).