de: María Espósito: Caciques
mapuches; en: Diccionario Mapuche mapuche-español /
español-mapuche; personajes de la mitología; toponimia
indígena de la Patagonia; nombres propios del pueblo
mapuche; leyendas; Editorial Guadal S.A., 2003; ISBN
987-1134-51-7
Resumen
Vinieron caciques Mapuches de Araucania con sus lanzadores
instalándose en Neuquén y en la Pampa. La mayoría de ellos
fueron agresivos y destruyeron los indígenas criollos y
siempre atacaron a los blancos de la provincia de Buenos
Aires. Al fin vinieron las tropas de Buenos Aires y los
caciques mapuches de la Pampa perdieron todo.
1700
Cacapol
Reinado alto: 1715-1735, Pampa
Cacique pampa que logró destacarse entre 1715 y 1735. Sus
dominios ocuparon un extenso territorio del centro y sur de
la provincia de Buenos Aires. Tenía buenas relaciones con
los criollos, a quienes les permitían asentarse en sus
tierras. Varios estancieros argentinos y extranjeros
aprovecharon la cordialidad del cacique.
Cacapol era primo de otro notable cacique pampa llamado
Tolmichiya. Además, fue padre de un bravío guerrero conocido
con el nombre de Cangapol, a quien, por su coraje, lo
llamaban el "cacique bravo". Cacapol tuvo que soportar
numerosos malones que en pocas oportunidades podía controlar
(p.339).
Caleliyán
Reinado: 1725-1735, río Salado
Cacique de los pampas que habitó las costas del río Salado
entre 1725 y 1735. Vivió en amistad con los españoles, sin
tener jamás un reproche sobre su comportamiento. A la muerte
de su amigo, el cacique (p.340) Cocopol, la tribu del
difunto realizó malones en las fronteras de Areco y
Arrecifes. El encargado de detenerlos fue Juan de San
Martín, quien - en los primeros intentos por reprimir -
fracasó estrepitosamente. Para no quedar en ridículo ante
sus subordinados, cambió la dirección y dirigió sus tropas
hacia los toldos del manso Caleliyán. Allí, San Martín
desahogó su furia contra la inocente tribu. Pocos
sobrevivieron a la embestida furiosa del ejército. El
prudente cacique fue degollado por el mismo San Martín
(p.341).
Caleliyán, el joven
Región: río Salado
Hijo de Caleliyán, habitaba cerca de las tolderías de su
padre. Enterado de la muerte injusta de su padre, decidió
aliarse a los Pichunches para vengarse. Asaltaron Villa de
Luján provocando daños irreparables para los españoles. De
ese modo devolvió la terrible matanza que había sufrido su
pueblo. En ese momento intervino el cacique Cangapol (hijo
del fallecido Cacapol), quien dialogó con ambas partes y
consiguió calmar los ánimos entre cristianos y aborígenes.
De esa manera, regresó la paz a la tribu del joven Caleliyán
(p.341).
Agüel
Pampa cerca de Salinas Grandes
Cacique pampa de gran reconocimiento por parte de sus
colegas. Habitó el sudoeste de la provincia de Buenos Aires,
en las proximidades de Salinas Grandes. En 1780, fue uno de
los firmantes del Tratado de Paz con el gobernador
Bucarelli. El pacto pretendía tranquilizar las fronteras del
Sur. El cacique Agüel debió concurrir a Buenos Aires para
dejar un sobrino suyo como rehén a los efectos de garantizar
el cumplimiento del acuerdo. En caso de que los aborígenes
rompieran el pacto, Agüel debía ser atrapado para
luego ser decapitado. Su cabeza sería expuesta en la picota
pública en la Guardia de Luján para que escarmentaran
aquellos que osaban no cumplir los pactos (p.338).
Evinguanau (1795-1825)
Pampa
Cacique pampa que vivió en el centro-sur de la provincia de
Buenos Aires entre 1795 y 1825. Era hijo del cacique
Epugner. El coronel Pedro García, quien fue enviado a los
pueblos aborígenes para dar la noticia sobre las nuevas
autoridades revolucionarias, encontró en el cacique
Evinguanau a un honesto colaborador. El cacique, junto a
otros líderes, acompañó a García hasta el final de la
expedición.
El coronel, como muestra de agradecimiento, invitó a los
caciques a Buenos Aires. El 5 de octubre de 1811, Evinguanau
y otros capitanes de menor jerarquía fueron recibidos en la
ciudad de Buenos Aires por el Triunvirato y el presidente
del organismo Feliciano Chiclana. Los caciques, por su
parte, dieron reiteradas manifestaciones de paz (p.344).
Llanquinel (1810-1827)
Sierra de la Ventana
Cacique pehuelche que vivió en Sierra de la Ventana, entre
los años 1810 y 1827. En alianza con otros caciques, se
dedicaba a realizar malones. Federico Rauch se decidió a
perseguirlo después de recibir el apoyo de las lanzas de los
caciques Negro y Juan Catriel. El 3 de enero de 1827,
Llanquinel fue cercado en la laguna de Epecuén, donde fue
derrotado junto a sus aliados Maicá, Petey, Uñol y Cañuepán.
Sin embargo, Llanquinel no pudo ser apresado. Huyó hacia el
desierto y nunca más fue visto (p.345).
1800
Curu-Nahuel (1805-1835)
Región de Tandil
Cacique pampa que vivió por los años 1805-1835, en los
alrededores de Tandil. Su nombre se traduce "tigre negro".
Los vecinos de la región jamás tuvieron una queja que
involucrara a la tribu de Curu-Nahuel. Se dedicaban a criar
ganado vacuno, lanar y equino. Confeccionaban ponchos,
sogas, matras y cojinillos. También, sembraban maíz y
zapallo. Curu-Nahuel fue el padre de otro gran cacique
llamado Cachul. La paz entre gauchos, aborígenes y criollos
fue alterada cuando las autoridades comenzaron a molestar y
a (p.343) perseguir a los hombres de Curu-Nahuel. Los
reclamos de tranquilidad no fueron escuchados. El Gobierno
multiplicó las persecuciones y comenzó a confiscar bienes de
los aborígenes y criollos. Muchos indígenas terminaron
presos en la cárcel de Buenos Aires (p.344).
Ancafilú
Reinado: 1810-1822, región de Tandil
(Anca = mitad, p.9; filu = víbora, culebra, p.33)
Cacique pampa que vivió en las costas del arroyo Capaleofú,
cerca de Tandil, entre los años 1810 y 1822. Su nombre
significa "mitad de víbora". Martín Rodríguez - reconocido
asesino de aborígenes - sorprendió a Ancafilú mientras éste
estaba en sus toldos junto al cacique Anepán (p.338).
Ambos lograron escapar. La actitud de Rodríguez era
repudiada no sólo por las tribus, sino también por las
autoridades nacionales. Ancafilú intentó tenderle una celada
a Rodríguez, pero éste se enteró y atacó a las huestes del
cacique, lo que provocó centenares de muertos (p.339).
Invasores de los años 1815 / 1816
Cachuel
Invasor 1815-1820, reinado en la región de Neuquén
Cacique araucano que entró en el país entre los años 1815 y
1820. Luego de incontables malones en tierras de los
criollos, decidió instalarse definitivamente en Neuquén.
Desde entonces, abandonó sus costumbres guerreras. Durante
un tiempo, estuvo aliado a otro cacique araucano invasor
llamado Venancio Cayupán, quien también decidió asentarse en
la Argentina. Cachuel terminó colaborando en las
expediciones del coronel Estomba (p.340).
Cayupán
Invasor 1815
(cayu=seis, pan, pangui=puma, león; así: cayupán=seis
leones)
Cacique araucano que entró en el país como invasor en el año
1815. Instaló su toldería cerca de Bahía Blanca. Se unió a
Juan Catriel, Cachul y Llanquelén para (p.342) combatir a
los Pincheiras (pandilla de ladrones (rateros) de la familia
Pincheira [web05]). Realizó algunos malones, pero al cabo de
un tiempo decidió vivir en paz y se convirtió en colaborador
de las fuerzas nacionales. Tanto en la Argentina como en
Chile, Cayupán goza de muy buena reputación. Su nombre
significa "seis leones" (p.343).
Cañuquir
Reinado 1815-1840 cerca de Masallé
Cacique borogano que vivió cerca de Masallé entre 1815 y
1840. Durante un tiempo, integró la banda de Pincheiras sin
el consentimiento de los boroganos, quienes siempre fueron
enemigos de los bandidos. En 1830, Rosas logró rescatar a
Cañuquir de esa banda. Entre ambos firmaron una alianza de
mutua protección. Pero el cacique no cumplió su palabra y
comenzó a realizar saqueos a comarcas de criollos. Para
mantener la paz en la frontera, Rosas tomó de rehén a la
mujer de Cañuquir en Los Cerillos. Nuevamente, el cacique
aceptó la paz y su esposa fue devuelta a sus manos. Sin
embargo, no pasó mucho tiempo hasta que Cañuquir volvió a
maloquear. Las fuerzas nacionales lo persiguieron y, al cabo
de dos batallas, lograron mermar sus filas haciéndole perder
650 guerreros. Cañuquir fue apresado y condenado a muerte.
Su cabeza fue expuesta en señal de escarmiento durante
varios días (p.342).
Rondeau
Invasor 1816, reinado 1816-1834 (asesinado por Calfucurá)
Cacique araucano chileno que ingresó en el país en el año
1816. Ubicó su asentamiento en las cercanías de Masallé, al
oeste de la laguna Epecuén. Entre 1816 y 1834, el jefe de
los boroganos mantuvo la paz con los cristianos y criollos
de esas tierras. También formó parte de la columna
expedicionaria de Rosas en 1833. Su conducta fue considerada
por el Gobierno como honesta porque no quiso participar de
malones contra las localidades donde vivían los blancos. En
1830, Rondeau recibió con los brazos abiertos a Calfucurá
[que vino de Chile también], quien lo incitó a realizar
malones. Pero Rondeau continuó negándose. En 1834, mientras
se realizaba una reunión donde se criticaba la actitud
saqueadora de Calfucurá, fueron asesinados - por enviados de
Calfucurá - todos los jefes boroganos, entre ellos Rondeau.
A partir de entonces, el Señor de las Salinas se adueñó de
las tribus y se proclamó Emperador de las Pampas (p.347).
Alum
Cacique subordinado de Rondeau
Cacique borogano que levantaba sus toldos en Masallé, cerca
de las Salinas Grandes. Alum obedecía a un cacique principal
de origen araucano, llamado Mariano Rondeau, que desde
principios del siglo XIX habitaba la región. Los caciques
del grupo de los borogas tenían buenas relaciones con los
criollos. Se dedicaban a la cría de ganado y a sembrar maíz
y zapallo. Alum había participado - como auxiliar - en una
de las columnas expedicionarias de Juan Manuel de Rosas.
Como casi todos los caciques boroganos, Alum fue asesinado
por Calfucurá, quien incitaba a la guerra contra los blancos
(p.338).
Chocorí (padre del cacique
Valentín Sayhueque)
Cacique araucano que entró en el país con el fin de
maloquear. Realizó numerosos asaltos a Patagones, Bahía
Blanca y poblaciones menores del sur de Buenos Aires. Para
saquear se asoció a otros caciques como Catrirén, Maullín,
Vetocurá y Lupil. Una columna del ejército de Rosas,
encargada de subyugar a los caciques rebeldes, persiguió
hasta la cordillera a la tropa de Chocorí, quien fue
sorprendido en su campamento y debió huir despavorido. Nunca
atraparon al cacique Chocorí, pero éste tampoco volvió a
participar en malones. Fue el padre del Señor de las
Manzanas, el gran cacique Valentín Sayhueque (p.344).
1825
Cachul
Reinado 1825-1855
Hijo del cacique Curu-Nahuel, vivió cerca del arroyo
Tapalquén, entre los años 1825 y 1855. Mantuvo cordiales y
leales relaciones con los criollos. Permitía que estancieros
y gauchos se instalaran en su territorio. En 1833 se
incorporó a las fuerzas expedicionarias de Rosas, que tenían
como objetivo perseguir las tribus que se dedicaban a
saquear los campos de los cristianos. Se sumó a las filas
junto a otros caciques como Catriel, Llanquelén, Francamán,
Reilet y Cayupán. En una oportunidad fue atacado por
sorpresa por soldados del ejército de Mitre. Si bien Cachul
emprendió la retirada rápidamente, regresó al poco tiempo
con varios lanceros y pudo derrotar a los saqueadores
(p.340).
1830 / 1831
Cachamillán
Invasor 1830
Cacique araucano que entró en la Argentina como invasor
alrededor de 1830. Se instaló cerca de su aliado Calfucurá,
de quien recibía órdenes constantes para (p.339) realizar
malones. Cachamillán participó de la matanza de Masallé,
donde fueron asesinados los jefes boroganos. En un intento
de saqueo a Bahía Blanca, fue descubierto antes de su
llegada y tuvo que huir al Nahuel Mapu para evitar la
derrota (p.340).
Juan Calfucurá (* apr. 1772-1873)
[El Hitler de los Mapuches en la Pampa]
Invasor 1831, reinado en la Pampa 1831-1873
(calfu=azul, cura=piedra, así: Calfucurá=piedra azul,
Lapislázuli)
La leyenda decía que aquel que fuera poseedor de la Piedra
Azul (Lapislázuli [web02]) sería retribuido con poderes de
jefe. Calfucurá (que en mapuche significa "piedra azul")
aseguraba tenerla y, por ende, debía erigirse como dueño de
toda la vasta región pampeana argentina.
Nació en Llona (Chile) y, ya como cacique araucano, llegó a
la Argentina en 1831. Arribó al país con carácter de
invasor, pero se terminó instalando en Salinas Grandes (La
Pampa), cerca de un lugar llamado Masallé. Allí, pidió
protección y asilo a otro cacique araucano, Mariano Rondeau
(jefe de la nación borogana, de la región de Boroa [web03]).
Las relaciones entre ellos fueron desmejorando a medida que
transcurría el tiempo. Las intenciones de ambos caciques era
disimiles:
Mientras el cacique Piedra Azul (Calfucurá) tenía hábitos
belicosos e incitaba a realizar malones contra comunidades
de hombres blancos, Rondeau pretendía mantener relaciones
amistosas y cordiales con los cristianos y las autoridades.
Estas discrepancias llegaron a tal punto que, en 1834,
Calfucurá - con la ayuda de otros caciques - asesinó en una
asamblea al jefe borogano y a varios de sus séquitos.
A partir de entonces, el cacique Piedra Azul (Calfucurá) se
proclamó "Emperador de las Pampas" y adoptó el grado de
General, creando un gobierno indígena que tendría vigencia
por cincuenta años. Además, el victorioso cacique se agregó
el nombre Juan y mandó confeccionar un sello con la
siguiente adscripción:
"General Juan Calfucurá - Salinas Grandes".
("General Juan Piedra Azul - Salinas Grandes").
Estas palabras quedarían impregnadas en varias
correspondencias oficiales. También, designó a un secretario
de origen chileno [también!] llamado Manuel Acosta.
Descarado, cruel y muy inteligente, fue, tal vez, el mayor
confidente del cacique (p.323). Este personaje tendría una
influencia decisiva, ya que Calfucurá no sabía leer ni
escribir.
Con el fin de afianzar su dominio político-militar sobre la
región pampeana, hizo cruzar la cordillera a numerosos
caciques araucanos de su confianza, quienes entraron en el
país [en la nueva confederación indígena] con nutridas
columnas de lanceros. Entre los caciques provenientes de
Chile se encontraban hombres muy respetados por su valentía,
como, por ejemplo: Mayquín, Quillapán Calvucoy, Marihual y
Calvuén.
Luego de organizar sus ejércitos, Calfucurá unificó - por
las buenas o por las malas - todas las tribus dispersas en
la enorme región que abarca del Atlántico a la cordillera y
de la Patagonia hasta el sur de Córdoba y Santa Fe. La idea
del cacique de Salinas Grandes, como de tantos otros jefes,
era conformar una confederación indígena americana, que
aglutinara a todas las parcialidades aborígenes del
continente. Sin embargo, los condicionamientos eran
contundentes: la falta de comunicación y la disparidad de
intereses tornaron imposible llevar adelante los planes
previstos. No obstante, Calfucurá alentaba la idea de un
gran imperio que sólo pudo mantener durante su vida y unos
pocos años a través de su hijo Namuncurá.
Para mantener su poderío en la región, Piedra Azul
(Calfucurá) no escatimó en realizar alianzas. Quizá la más
significativa fue la que hizo con [el presidente blanco]
Justo José de Urquiza, quien nombró a Calfucurá y a sus
guerreros como soldados de la Confederación. El caudillo
entrerriano pretendía que éstos sirvieran al Gobierno de
Paraná, hostilizando - mediante malones - a la provincia de
Buenos Aires. Así lo hizo, una y otra vez. Una de las más
destacadas fue el 13 de febrero de 1855, cuando con 5,000
jinetes arreó de la localidad de Azul 60,000 vacunos.
El cacique de la piedra azul era un hábil y astuto guerrero
que se mantuvo al frente de batalla hasta los últimos días
de (p.324) su vida. Dirigió numerosos ataques y saqueos
contra pueblos y ciudades del sur de Buenos Aires, como
Olavarría, Tandil y Bahía Blanca. El 8 de marzo de 1872
luchó en San Carlos contra las fuerzas militares dirigidas
por Ignacio Rivas. Ésa sería su última batalla. Tenía casi
100 años de edad.
El 14 de junio de 1873, el soberano de las Salinas Grandes
murió en sus toldos de Chiloé, al oeste de las salinas.
Cuentan que en la agonía pidió por su hijo, a quien le
repitió insistentemente: "No entregar Carhue al huinca" ("No
entregar el lugar verde al extranjero") (p.325).
Quintucó (1810-1834)
Cacique borogano que vivió en las cercanías de las Salinas
Grandes, entre los años 1810 y 1834. Mantenía relaciones
pacíficas con aborígenes y criollos. Cuando sucedió la
matanza de Masallé, el cacique Quintucó tuvo la valentía de
reprobar los asesinatos evidenciando su oposición a
Calfucurá. Al poco tiempo, el Señor de las Salinas lo mandó
matar. Su nombre se traduce como "el que busca agua"
(p.345).
Cristo
Cacique ranquel (grupo mapuche subordinado de ranqueles
[web06]) que vivió cerca de las Salinas Grandes. Formaba
parte de las tropas de Calfucurá. Su nombre provocaba temor
en los cristianos. Era reconocido por su terrible crueldad.
A mediados de 1857, viajó a Paraná para entrevistarse con
Justo José de Urquiza. Además, llevó a un hijo de Calfucurá,
que se quedó a estudiar allí. Llevó con él a un grupo de
dieciséis personas (p.343).
Coliqueo
Cacique pampa que vivió en la localidad de Azul. Poseía una
casa construida con cal y ladrillos. Era muy inteligente y
un buen hombre. Mandaba a sus hijos a la escuela y llegó a
tener el grado de Teniente Coronel en las fuerzas
nacionales. Coliqueo ofreció sus guerreros para combatir en
la guerra con el Paraguay porque se consideraba argentino
(p.343).
José María Bulnes Llanquetruz (1831-1858)
Reinado 1850-1858, Pampa
Llanquetruz fue el único cacique que sabía leer y escribir.
A diferencia de otros caciques, que tenían a su cargo un
escriba, el conocimiento de lecto-escritura le permitía a
Llanquetruz redactar de puño y letra las correspondencias y
documentos. Sin duda, esta cualidad lo distinguía del resto
de los líderes mapuches, pero había algo más. Llanquetruz,
de no haber sido asesinado tan joven, fue el único cacique
que podría haber puesto fin a la Confederación Indígena de
Calfucurá. Sin embargo, la historia fue otra.
De padre y abuelo caciques, Llanquetruz nació en 1831. No se
conoce con precisión en qué lugar exacto, pero se supone que
fue en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Con tan
sólo seis años, cayó prisionero de los Pehuenches del norte,
quienes lo vendieron como sirviente a un hombre potentado de
Chile. Este hombre se dedicó a darle varias instrucciones,
entre las que se destacan la lectura y la escritura.
En 1850, Llanquetruz sintió correr por sus venas la sangre
de la raza, y cansado de la servidumbre, se escapó. Al
enterarse de la muerte de su padre, se autoaproclamó
cacique, y logró reclutar una partida importante de
guerreros. Con ellos, cometió una serie de tropelías cerca
de Patagones y Bahía Blanca. Finalmente, luego de aumentar
las filas de su tropilla, decidió sumarse a las huestes del
entonces poderoso Calfucurá.
Calfucurá contra
Llanquetruz
El gran cacique de Salinas Grandes recibió con los brazos
abiertos a Llanquetruz, quien - por su valentía y coraje -
no tardó en destacarse como guerrero. Calfucurá llegó a
darle (p.318) el trato de un hijo, ya que tomó como mujer a
una de sus hijas. Se desconoce qué grado jerárquico alcanzó
Llanquetruz, pero sí se tiene conocimiento sobre las activas
participaciones que el joven tuvo en las incursiones
dirigidas por Calfucurá.
Sin embargo, las relaciones entre ambos empezaron a
resquebrajarse. Las causas fueron dos: por un lado,
Llanquetruz no sometía su voluntad fácilmente a las órdenes
de sus superiores, y por otro, Calfucurá comenzó a celarlo
por el prestigio que había alcanzado dentro de sus dominios.
Entonces, el cacique planeó matarlo. Llanquetruz, enterado
del complot, huyó con parte de su gente al sur del río
Limay, las tierras de sus antepasados. Luego, con el fin de
vengar las intenciones de Calfucurá, atacó las tolderías de
su suegro. Pero fue vencido y obligado a retirarse
nuevamente hacia su región. A partir de entonces, ambos
jefes quedaron enemistados para siempre.
Años de malones
Sin apoyo y librado a su suerte, Llanquetruz decidió volver
a realizar malones contra Patagones y Bahía Blanca. Al mismo
tiempo, maduró en su mente el modo de vengarse de Calfucurá,
quien en ese momento actuaba a las órdenes [del argentino]
de Justo José de Urquiza. A fines de 1855, atacó nuevamente
el territorio de Salinas Grandes. El saldo de la batalla fue
positivo: logró arrear centenares de vacunos. Luego, se
dirigió a Patagones, donde, con autorización del comandante
Julián Murga, comerció la hacienda. A mediados de 1856,
volvió a Patagones, pero no con intenciones comerciales. Con
gran coraje y habilidad estratégica, consiguió engañar las
medidas precautorias del (p.319) fuerte, y se llevó varios
centenares de vacas y caballos. Posteriormente, Llanquetruz
no vaciló en regresar a Patagones para vender el ganado
robado.
En esos años, varios súbditos de Calfucurá se enemistaron
con éste y fueron a engrosar las filas de Llanquetruz, quien
ya tenía en vista invadir la comarca de Tandil. En la
primavera del '56, el joven cacique se llevó de Tandil 8,000
cabezas de ganado que, junto a las 20,000 que ya poseía, fue
a comerciar a Bahía Blanca, Patagones, Chubut y Chile.
Luego, Llanquetruz volvió a Tandil, pero esta vez con ánimos
diplomáticos. En la negociación con las autoridades
militares del lugar, el cacique requirió que se tolerara y
se legalizara la extracción de hacienda argumentando que el
ganado era para el presidente Urquiza. Las autoridades
tuvieron en cuenta las disparidades de fuerza y decidieron
ceder ante el pedido de Llanquetruz, quien se retiró de la
comarca con un importante botín.
Paz y alianzas
En octubre de 1855, el coronel Benito Villar - comandante de
Patagones - se propuso lograr una alianza con Llanquetruz.
El militar no sólo especulaba con una paz que aliviaría la
región de los malones, sino también buscaba comprometer al
cacique para aniquilar a Calfucurá con el apoyo de
milicianos del ejército nacional. Dos serían los incentivos
que jugarían un papel preponderante para convencerlo: una
suculenta retribución y la ocasión de destruir a su suegro y
acérrimo enemigo. Sin embargo, el coronel Villar tenía otros
proyectos en mente: también pretendía liquidar a Valentín
Sayhueque, primo de Llanquetruz.
De inmediato, ambas partes se pusieron en contacto para
llegar a un acuerdo. Enviados del Gobierno nacional (p.320)
recorrieron tolderías para exponer la propuesta y escuchar a
los aborígenes. Al cabo de no pocos encuentros, los
mediadores obtuvieron un acuerdo parcial. Llanquetruz creyó
que era conveniente estar en buenos términos con el Gobierno
y, sin esperar demasiado, acordó un pacto de amistad. El 13
de abril de 1857, el joven cacique entró en Patagones con
treinta y cuatro hombres, seis mujeres y dos cautivos para
confirmar, ante el coronel Villar, la paz y alianza con las
tribus enemigas del Estado.
Al enterarse del tratado, Calfucurá repudió la actitud de
Llanquetruz, quien, informado de la reacción de aquél,
decidió enviarle una carta en donde le aconsejaba hacer las
paces con el gobierno. Uno de los fragmentos lo ilustra de
la siguiente manera:
"Sr. Calfucurá, ya tengo los cristianos como propios
hermanos, no tengo que pensar en nada y estoy ganando
sueldos y buenas raciones, y lo propio toda mi gente, que es
fuerza de 800 hombres como le digo; y así le encargo que
mejor haga la paz y no trate de mala intención y no se lleve
de cuentos ningunos que le calienten la cabeza."
Por su parte, la opinión de Calfucurá quedó evidenciada en
una carta que le dirigió al comandante de Bahía Blanca,
Francisco Iturra. Una de las frases refleja las sospechas
del cacique con relación al acuerdo:
"No permita que mi hijo Llanquetruz me juegue a dos barajas.
(...) Sin embargo, estoy bien preparado para lo que pueda
suceder."
Un cacique en Buenos Aires
Llanquetruz se embarco rumbo a Buenos Aires en el vapor
"Belisario", para ratificar y firmar el tratado de paz y
amistad. Llegó a fines de abril de 1857. El periódico La
Tribuna le dedicó las siguientes líneas:
"Viene a pasear a (p.321) nuestra ciudad, donde quiere
mandar a educar al mayor de sus hijos. Llanquetruz es un
joven de 25 años, de buena figura; viste uniforme de
comandante. Pasó a visitar ayer al Gobernador. Para
completar las emociones que debe recibir al encontrarse con
tanta cosas nueva el habitante del desierto, bueno sería
llevarlo el miércoles al teatro Colón."
En los días posteriores, fue agasajado por las autoridades,
asistió al teatro Colón y recorrió la ciudad a caballo. El
19 de mayo acudió a la casa de Gobierno, donde mantuvo una
conferencia de dos horas con el gobernador, Valentín Alsina,
de la que resultaron arregladas las bases sobre el tratado
de paz. Llanquetruz se embarcó hacia Patagones el 26 de
mayo, después de presenciar los festejos por el aniversario
de la Revolución de Mayo.
El final
La muerte de Llanquetruz (en 1858 [web01]) no ha podido ser
esclarecida por los historiadores. El triste final del joven
cacique da vueltas sobre posibles conspiraciones, riñas
aisladas y excesos alcohólicos. Lo cierto es que Llanquetruz
fue asesinado, supuestamente por un capitán de apellido
Méndez, en una pulpería de Bahía Blanca. Las versiones son
varias, pero dos son las más fuertes. Por un lado se dice
que Calfucurá mandó matarlo aprovechando la excesiva
confianza que su yerno tenía sobre su seguridad personal.
Por otro, se cree que Llanquetruz estaba totalmente borracho
cuando fue apuñalado por un oficial del ejército, quien le
reprochó la muerte de un amigo (p.322).
La dinastía de los Catrieles
Juan Catriel (muerto 1848)
[web04]
Cacique de la región pampeana. Era el padre de Cipriano,
Juan José y Marcelino. Su relación con los criollos era de
amistad y respeto mutuo. En varias ocasiones, la tribu de
Juan Catriel colaboró con las autoridades militares para
evitar los malones de los aborígenes araucanos chilenos y
ciertos grupos de alzados que circulaban por la extensa
pampa argentina.
En 1827, colaboró con sus lanceros en una brigada del
Ejército Nacional comandada por el coronel Rauch. En esa
oportunidad fue secundado por el cacique tehuelche Negro. En
1833, el cacique Juan participó como cooperador y auxiliar
en la expedición al desierto que emprendió Juan Manuel de
Rosas. También lo acompañaron los jefes Fracamán, Reilet,
Venancio Cayupán, Llanquelén y Cachul, entre otros. Se puede
afirmar que el gran cacique Juan Catriel fue aliado de Rosas
hasta su caída del Gobierno en 1852.
Juan fue muy amigo de los caciques Cachul y Lucio, quienes
tenían sus asentamientos cerca del arroyo Tapalquén, al
(p.325) noroeste de Azul. El padre de los Catriel pudo
convivir en sus tierras con los cristianos y criollos hasta
el día de su muerte. Juan murió en el campo de batalla
cuando estaba combatiendo un malón aborigen. En esa
oportunidad, estaba peleando junto al coronel Alvaro Barros
y el cacique Quentrel. Al morir, su lugar fue ocupado por su
hijo Cipriano. En la actualidad, los aborígenes conocidos
como catrieleros viven, en pequeñas propiedades, cerca de
Los Toldos en la provincia de Buenos Aires.
Cipriano (Catriel)
Al igual que su padre, mantuvo amistosas y respetuosas
relaciones de paz con los criollos argentinos.
Constantemente, ofreció a sus guerreros pampas para
colaborar en la imposición de orden en los campos
bonaerenses.
El 9 de octubre de 1870, el coronel Elías - comandante de la
frontera de Azul -, en representación del Gobierno Nacional,
firmó un Tratado de Paz con Cipriano. Con él, se intentaba
poner fin a una serie de represalias que los aborígenes
habían llevado a cabo debido a terribles vejaciones que
habían sufrido por parte de los militares. El coronel Elías
no tenía buena fama entre los indígenas a causa de las
sangrientas y terroríficas matanzas que había realizado
contra la comunidad pampa.
El acuerdo de paz duró poco tiempo. En mayo de 1871, tres
caciques que obedecían a Cipriano (Manuel Grande, Chipitruz
y Cafulcir) se vieron obligados a sublevarse contra Elías.
Las raciones de comida y los sueldos que el coronel les
había prometido a cambio de sus servicios como caballería
auxiliar, nunca llegaron. Pero no sólo era eso: Elías
continuaba con sus matanzas indiscriminadas. Finalmente,
Cipriano se puso bajo las órdenes de Mitre (p.326), quien lo
entrometió en rencillas políticas para luego engañarlo y
dejarlo a la merced de tropas enemigas. Fue detenido y
desarmaron a todos sus hombres. Luego, cayó en manos de su
hermano Juan José, quien lo mató por considerarlo traidor a
su raza.
Juan José (Catriel)
Reinado 1865-1878
Este cacique tuvo una actuación destacada entre los años
1865 y 1878. Luego de matar a su hermano Cipriano, tomó el
mando de la tribu y se quedó en el mismo lugar donde siempre
había vivido la tribu de los catrieleros. Juan José, a
diferencia de su padre y de su hermano, no quería tener
ningún tipo de trato con las autoridades nacionales. Estaba
convencido de que las tierras eran de los suyos. Al mismo
tiempo, se aprovechaba de los criollos para robarles la
hacienda u obligarlos a que le cedieran harina, yerba,
carnes y tabaco. En un malón que fracasó, las autoridades
persiguieron a Juan José y a su hermano Marcelino, que se
salvaron con sus familias porque un día antes habían mudado
sus toldos a otro lugar.
Marcelino (Catriel)
De los tres hermanos, fue el que tuvo la actuación menos
destacada. Sin embargo, fue un guerrero de mucho coraje y
valor que - de acuerdo con las leyes de la vieja estirpe -
no deseaba la paz con los hombres blancos. En 1877, debió
huir tierra adentro, donde fue atrapado junto al cacique.
Calfucir
Arroyo Tapalquén cerca de Azul
Cacique que vivió en las cercanías del arroyo Tapalquén, al
noroeste de Azul. Formaba parte de las fuerzas del jefe
Cipriano Catriel. Fue leal y honrado con los criollos que
habitaban su territorio. Junto a los caciques Manuel Grande
y Cipitruz, reunían 600 lanzas, que estaban dispuestas a
resguardar el orden y la paz de la región. El 9 de octubre
de 1870 firmó, junto a Cipriano Catriel, un Tratado de
Amistad con el Gobierno nacional. Sin embargo, el jefe de la
frontera, un coronel de apellido Elías, no respetó lo
pactado, y le negó a la tribu las raciones y los sueldos que
le correspondían. Cansado de los abusos, en 1871 se unió a
Manuel Grande y Cipitruz, sublevándose a Elías (p.341).
Manuel Namuncurá
Reinado: 1835-1885, Salinas Grandes
[namun=pie, cura=piedra, roca, así: pie de piedra]
Cacique de origen araucano chileno. Llegó a la Argentina con
su padre, el gran jefe Juan Calfucurá, a quien Juan Manuel
de Rosas había autorizado a traspasar la cordillera (p.327).
Al morir su padre, heredó al mando y los dominios de todo el
imperio de Salinas Grandes. La traducción de su nombre
significa "pie de piedra" o "piedra en forma de pie". Entre
1835 y 1885, vivió en un paraje llamado Chiloé, cerca de las
salinas en La Pampa.
Llegaron a obedecerlo veinticinco caciques, cien capitanejos
y más de 2500 lanceros. Sus fuerzas estaban compuestas, en
su mayoría, por araucanos y ranqueles. Sin embargo, eso duró
poco. El error estratégico de Namuncurá fue tener a los
caciques y capitanejos en condiciones de subordinados y no
como jefes libres reunidos en parlamentos democráticos y
amistosos. De esa manera, los caciques comenzaron a
desobedecerle y, por el año 1875, sólo contaba con seis
caciques, setenta capitanejos, 1,500 lanceros y 7,500
personas entre niños, mujeres y ancianos.
A pesar de la mengua en su poderío militar, Namuncurá se
mantuvo en guerra constante contra los ejércitos que
pretendían "conquistar el desierto". Además, intervino en
las luchas intestinas del país, ofreciendo sus lanceros a
diversos bandos. En 1877 varios caciques, desmoralizados por
las persecuciones y matanzas, decidieron rendirse. Namuncurá
quedó solo con 1,000 guerreros armados con lanzas. El gran
imperio de la dinastía de los de Piedra comenzaba a
derrumbarse. Sin embargo, el cacique de las salinas fue uno
de los últimos en rendirse ante la embestida armada de la
campaña militar del general Roca.
Hambriento, desnudo, sin armas y con la promesa de que le
iban a entregar tierras para el cultivo y la cría de ganado,
se entregó en la localidad neuquina de Ñorquín el 24 de
marzo de 1884. Luego, el Estado lo ascendió al rango de
coronel de la Nación, pero esto no llegó a compensar la
pérdida de sus tierras (p.328).
Murió nonagenario (con 90 años), después de una visita a la
ciudad de Buenos Aires, donde fue objeto de la simpatía y la
curiosidad de la población.
Rumay, hermano de Namuncurá
Reinado: 1860 apr.-1882, Salinas Grandes
Cacique araucano, hijo de Calfucurá y hermano de Manuel
Namuncurá. Vivía en las Salinas Grandes y participó de
varios malones junto a su padre y su hermano. El 9 de
octubre de 1876 fue protagonista - junto a su hermano - de
una de las más grandes invasiones. En complicidad con los
caciques Manuel Grande y Tripailao, atacaron con 2,000
guerreros una vasta extensión de la pampa bonaerense. El
botín conseguido era descomunal. A fines de 1882, Rumay
terminó apresado en las cercanías del río Aluminé (p.347).
Blanquillo
Región de Salinas Grandes
Cacique pampa que vivía muy cerca de las Salinas Grandes,
que por ese entonces eran dominadas por Manuel Namuncurá.
Durante los años 1860 y 1877, Blanquillo se dedicó a
realizar malones contra comarcas criollas. Su carácter era
belicoso. A fines de 1877, fuerzas nacionales de la división
Guaminí sorprendieron a la tribu en sus toldos, de la que
hicieron muchos prisioneros y sustrajeron gran cantidad de
hacienda. A partir de entonces, Blanquillo no pudo recuperar
su poder político y económico (p.339).
Reuque-Curá, hermano de Calfucurá
Reinado 1860 apr.-1883, río Catan-Lil
Cacique araucano, hermano de Calfucurá y tío de Manuel
Namuncurá. Vivió en las orillas del río Catan-Lil. En
verano, su tribu se trasladaba al río Aluminé. Su zona de
afluencia era sumamente estratégica, ya que desde allí se
podía pasar de un modo sencillo a Chile, donde se realizaban
importantes negocios. A Reuque-Curá le obedecían alrededor
de quince caciques, entre los que se destacaban
Queupú-Millá, Nahuelpan, Painé-Filú y Pulmane.
Después de Valentín Sayhueque, era el jefe que mayor número
de lanzas poseía: 2,500 lanceros. Algunas versiones de la
época indican que su ejército era más grande que el del
propio Calfucurá, quien en sus malones siempre solicitaba la
cooperación de su hermano. La ayuda que éste le brindaba era
de entre 600 y 1,000 guerreros de su tribu.
Reuque-Curá tenía una magnífica habilidad política. Mientras
mantenía la paz con el Gobierno de Buenos Aires, aprovechaba
los malones de su hermano y otros caciques. De este modo, el
inteligente cacique se eximía de las amenazas de las fuerzas
nacionales. Todavía en 1875 mantenía 2,000 guerreros bajo
sus órdenes. A partir de principios de 1881 se inició la
caída de Reuque-Curá.
El 1 de marzo de ese año [1881], las fuerzas de Buenos Aires
comenzaron la persecución contra dos de sus principales
aliados: los caciques Rumay y Namuncurá. La agonía duró
hasta el 5 de diciembre de 1883, cuando las tribus de
Reuque-Curá fueron capturadas en el medio del frío, el
hambre y la desolación (p.346).
Manquiel, un cacique
pehuelche
Reinado 1860-1882, río Aluminé
Cacique pehuelche que habitó la margen derecha del río
Aluminé, entre 1860 y 1865. No participaba en malones. Era
muy amigo de Reuque-Curá, hermano de Calfucurá. En 1882,
para garantizar sus deseos de paz y amistad, entregó a las
fuerzas nacionales miembros de su familia. Pretendía que no
lo atacaran ni le robaran las tierras. Sin embargo, el pacto
no se cumplió. Hastiado de persecuciones, Manquiel decidió
entregarse con toda su gente al teniente coronel Godoy
(p.345).
Feliciano Purrán
Alto reinado: 1860-1870, norte de Neuquén
Purrán fue un cacique pehuenche, cuyos dominios se
extendieron al norte de Neuquén, entre los ríos Barrancas y
Agrio, la localidad de Añelo y la cordillera. Su territorio
lindaba en el sur con "El País de las Manzanas" de
Sayhueque, uno de los pocos caciques a quien realmente
respetaba.
Fue el líder principal de una confederación de naciones
indígenas. Ejercía su poder sobre caciques menores, quienes
tenían sus tolderías ubicadas en posiciones estratégicas. La
traducción de su nombre equivale a "vale cuatro". [?]
La época de máximo apogeo de Feliciano Purrán tuvo lugar
entre los años 1860 y 1870, cuando logró reunir en su
Parlamento a 27 caciques, más de 75 capitanejos y tener a su
mando a 1,600 lanceros. Su estrategia política era muy
particular: él no participaba de los malones, pero incitaba
a otros caciques a que incursionaran en terreno de los
blancos. Luego, compraba el ganado muy barato, lo hacía
invernar en su terreno y lo vendía en Chile a muy buen
precio. Llegó a poseer entre 20,000 y 30,000 cabezas de
ganado vacuno.
La (p.330) fortuna del cacique, como la de aquellos que
trabajaban con él, era incalculable. Sus virtudes como
comerciante y guerrero traspasaban los límites de su amplio
reino. Este tipo de tratos comerciales era una de las
grandes diferencias que mantenía con su vecino Sayhueque. A
diferencia del "Señor del País de las Manzanas", Purrán
tenía fluidas relaciones con las autoridades chilenas, lo
que generaba que los hacendados blancos quisieran instalarse
del lado argentino. Según testimonios de Julio A. Roca, el
cacique recibía sueldos mensuales por parte de los
mandatarios chilenos con el fin de mantener el dominio de
esas tierras en nombre de dicho país y a los efectos de
estimular los malones de sus adeptos a poblaciones
argentinas.
Purrán fue uno de los caciques que propusieron a los demás
líderes provocar una guerra de guerrillas contra los
blancos. Sin embargo, el sofisticado armamento del Ejército
provocó temor entre los caciques, quienes prefirieron
rendirse o pactar. Frente a esta situación, Purrán eligió
seguir peleando.
En 1880, la I Brigada, bajo las órdenes del general
Villegas, mandó que se aniquilasen las tropas de Purrán y
Queupu, quienes acampaban en los valles cordilleranos a las
orillas del río Bio Bio. El militar a cargo de la operación,
el sargento mayor Ruibal, se dirigió - con 47 soldados -
tras los pasos de los caciques. Las fuerzas de Purrán
estaban menguadas debido a la incesante persecución.
Utilizando un mediador conocido de Purrán, Ruibal consiguió
que el cacique asistiera a una instancia de negociación,
pero una confusión de los soldados durante el encuentro hizo
que abrieran fuego y toda la comitiva del cacique murió. Él
logró salvar su vida, pero el tiroteo hozo que todo el resto
de los indígenas escaparan (p.331).
Purrán fue detenido y enviado prisionero a la isla Martín
García. Luego de unos años de prisión, pudo convencer a un
militar de que lo condujera a Ranquilón y lo dejara en
libertad a cambio de mostrarle el lugar exacto de la
ubicación de una gran mina de plata. Cuando estaban en Chos
Malal, este guerrero escapó a Chile, donde se refugió y pasó
el resto des sus días. Nunca pudieron volver a apresarlo
(p.332).
Pincén
Pampa
Cacique pampa que estuvo bajo las órdenes de Calfucurá hasta
que éste falleció. Luego, se independizó, desoyendo - en
varias oportunidades - los mandatos de Namuncurá (cacique
heredero del trono de Calfucurá). Vivió la mayor parte de su
vida en las proximidades de la laguna de Malalcó, a unos 50
kilómetros al oeste de Trenque Lauquen.
Pincén sólo tenía 150 guerreros, pero la admiración que
recibía por parte de algunos caciques favorecía la
conformación de alianzas con otros lanceros, quienes se
ponían a disposición de él. De esa manera, llegaba a juntar
600 lanzas. Sus malones eran reconocidos por la astucia y
valentía. Nunca firmó un tratado de paz con los blancos, y
si algún cacique lo hacía, él mismo se encargaba de
romperlo. Valentín Alsina lo describió como el "hijo
indómito y rebelde del desierto". Cuando lo capturaron,
tenía 70 años y vivía con cuatro mujeres, una de ellas
blanca y sobrina del militar Arredondo.
Pincén nunca pactó con el Ejército ni con las comarcas de
hombres blancos. Él sentía que ellos le habían arrebatado
sus tierras. Por eso los desafiaba a pelear y les robaba
(p.332).
Cañumil
Reinado 1860-1878, Pampa
Cacique pampa que vivió en el sudoeste de Buenos Aires entre
1860 y 1878. Algunas versiones indican que podría ser hijo
del cacique Pincén. En 1872, Cañumil solicitó al Gobierno
que se revalidara un Tratado de Paz firmando años
anteriores, el cual había dejado de tener vigencia debido a
los constantes malones de los caciques rebeldes. Para
demostrar su buena predisposición, ofreció rehenes de su
propia gente. Corría el año 1877 cuando terminó atrapado, en
las cercanías de Guatraché, con los últimos cuatro guerreros
que le quedaban (p.342).
Valentín Sayhueque (* apr. 1830-1903)
El último cacique mapuche, reinado 1845 apr.-1903, País de
las Manzanas
(Chai=padre, dueño; hueque=oveja, lanar; "Dueño de los
lanares")
Valentín Sayhueque será recordado por los libros de historia
como el último cacique en rendirse ante la arremetida feroz
de los "conquistadores del desierto". Sin embargo, su vida
no se reduce sólo a esa valerosa hazaña. Su nombre, en
mapuche, significa "Dueño de los lanares" (ovejas), ya que
say o
shai (que va por Chai o
Chao) significa padre o dueño, y
hueque se traduce como oveja o lanar.
George Musters escribía su nombre "Cheoeque"; San Martín
hablaba de él en sus cartas y lo llamaba "Chaihueque". Según
los sonidos y las grafías, otros se referían a él como
Saihueque, Shaihueque o Sayeweke. Pese a las divergencias en
el modo de escribir o pronunciar su nombre, todas estas
denominaciones se refieren al mismo hombre: el gran cacique
del "País de las Manzanas".
No hay acuerdo ni precisión respecto de la fecha y el lugar
exacto del nacimiento de Valentín Sayhueque. La versión más
fuerte indica que fue cerca de 1830 en las proximidades de
los ríos Negro y Colorado. Su padre fue el gran cacique
araucano Chocori, quien murió en 1833 en una batalla de la
"campaña contra el indio" que emprendió Juan Manuel de
Rosas. Su madre fue una mujer tehuelche. De muy joven,
Sayhueque accedió al cacicazgo, después de un corto período
de tutela con sus parientes adultos. En edad temprana
recorrió en varias oportunidades su área de influencia, es
decir, la actual provincia de Neuquén, el valle de Collón
Curá (esp.: valle de la máscara de piedra, p.17), sobre el
río Caleufú, la zona conocida en ese entonces como el País
de las Manzanas.
Luego, con el correr de los años, el imperio se extendería
hacia el Sur, hasta las nacientes del río Chubut; hacia el
Norte, hasta el río Neuquén y por el Oeste lindaba con la
cordillera (p.333).
Su primera batalla fue también cuando era muy joven. En 1885
llegó hasta Carmen de Patagones y fue de la partida en el
ataque a la estación San Antonio de Iraola.
El trato con el hombre
blanco
Las relaciones que Sayhueque mantuvo con los hombres blancos
estuvieron signadas, en varias oportunidades, por las
coyunturas políticas y económicas del momento. El gran
cacique era un líder inteligente y estratégico. Nunca tuvo
interés en involucrarse en enfrentamientos que pudieran
llegar a perjudicar a su gente. Justamente, las veces que
decidió alzarse en armas fueron esas oportunidades en que
sintió que la dignidad de su pueblo estaba siendo ultrajada.
Tal vez, ésa sea una de las causas principales que motivaron
el reconocimiento y el respeto hacia Sayhueque por parte de
todos los grupos aborígenes.
Si no había una autorización previa, el "País de las
Manzanas" estaba cerrado al hombre blanco. Sin embargo, el
gran cacique de las manzanas había prohibido terminantemente
que alguna de sus tropillas de lanceros participara en
ataques a asentamientos del hombre blanco. A pesar de las
invitaciones de Cafulcurá, Purrán y Namuncurá para que
formara parte de malones, nunca Sayhueque permitió que
alguno de sus 5,000 guerreros interviniera en esos ataques.
Algunas versiones indican que sus familiares le habían
inculcado desde joven que debía mantener la paz con los
criollos argentinos. Otras señalan que, en muchas
oportunidades, Sayhueque castigaba a los miembros de su
tribu que se atrevieran a dañar - sin motivo - una población
de hombres blancos.
En este sentido, el cacique Foyel - guerrero dependiente del
gobierno de las manzanas - expresaba lo siguiente:
"Si (p.334) hacemos la guerra a los blancos, no tendremos
mercado para nuestros ponchos, cueros y plumas, y por lo
consiguiente es de nuestro propio interés mantenernos en
buenos términos con ellos."
Esta política enardecía a los demás caciques. Namuncurá, en
cartas dirigidas a los jefes ranqueles y boroganos, se
quejaba de que el poderoso Sayhueque no prestara apoyo en
los malones que ellos realizaban.
Es para destacar la cordial relación que el gran cacique de
las manzanas tuvo con el inglés Musters, quien, en un gesto
de hospitalidad, fue nombrado cacique (p.335).
Las virtudes de las tierras
manzaneras
Los pobladores de la región llamada "El País de las
Manzanas" vivían en una tierra privilegiada, donde crecían
frutos únicos. Sin embargo, el bienestar con que vivían no
sólo se vinculaba con las características naturales del
lugar. Los manzaneros, como se llamaban los habitantes de la
zona, mejoraban su producción con cultivos artificiales y
criaban una amplia gama de animales. La organización
económica de los hombres de Sayhueque no tenía nada que
envidiarles a las poblaciones blancas de la provincia de
Buenos Aires.
El nivel de vida era bueno, nunca escaseaban los alimentos,
y las comodidades eran sorprendentes. Además, había tiempo
para que los manzaneros se entretuvieran con fiestas y
juegos.
El oficial del Ejército Nacional Mariano Bejarano realizó en
1872 el primer viaje al "País de las Manzanas" como enviado
del Gobierno argentino, pero con quien Sayhueque mantuvo una
relación notoriamente particular fue con el perito Francisco
Moreno, quien en numerosas (p.335) oportunidades se encontró
con el cacique en Caleufú. También recibió muchas visitas de
militares chilenos, quienes pretendían que el cacique se
declarara chileno y retuviera de esa manera la soberanía de
sus tierras para ese país.
Tiempos de resistencia
Al comenzar la llamada "Conquista del Desierto", [el general
blanco] Julio Roca envió a Sayhueque una nota para aceptar
"reglas de buena amistad", pero el cacique no aceptó esta
paz condicionada.
El cacique Purrán llamó a Sayhueque a defender las zonas
amenazadas por la llegada de los blancos, y después de
realizarse un consejo de guerra en Ranquilón (1879), el
"Señor de los Lanares" decidió reunir a los caciques mayores
y prepararse para pelear. Luego, Roca - a modo de soborno -
volvió a escribirle otorgándole la investidura de
"Gobernador de las Manzanas", pero el mensaje nunca llegó
debido a que el norte de Neuquén estaba asolado por otras
tropas. Sayhueque viajó rumbo al Sur y, a medida que
avanzaba, las partidas aborígenes eran derrotadas. De este
modo, quedó con pocos grupos, entre los que se encontraba el
liderado por su hijo Trocomán.
Buscado vivo o muerto
En 1882, el teniente coronel Rosario Suárez dio la orden de
aniquilar a Sayhueque, pero, aunque lo persiguió hasta la
provincia de Chubut, no pudo encontrarlo. Ese mismo año, el
cacique convocó a un parlamento aborigen, donde los caciques
decidieron por unanimidad continuar defendiendo sus
tierras y su libertad (p.336).
Para 1884, los caciques Purrán, Cayul y Pincén habían sido
capturados y estaban presos; Nam se había rendido; Quinchau,
Baigorrita y Luciano habían muerto en combate; Namuncurá se
había entregado en Fortín Pulmarí. El panorama era
desalentador. No obstante, Sayhueque decidió seguir
combatiendo. De ese modo, se convertiría en el último
cacique de su raza en claudicar.
El último
Sabía que se trataba, ante todo, de un gesto simbólico,
porque la derrota final era inminente. Además, sentía gran
preocupación por su gente. Finalmente, el 1 de enero de
1885, se entregó en Junín de los Andes. Llevaba consigo unos
700 lanceros y 2,500 indios de "chusma" (niños, mujeres y
ancianos). Esta rendición dio lugar al fin de las
operaciones militares en la Patagonia y a la toma final por
parte del Estado argentino de la provincia de Neuquén.
Desde allí, viajó a Carmen de Patagones, donde embarcó en el
"Pomona" hacia Buenos Aires. Arribó el 22 de febrero de 1885
junto a once indígenas. Se entrevistó con el entonces
presidente Roca, quien le entregó las tierras que el cacique
solicitaba, pero sin que se estableciera la ubicación exacta
de éstas. Días después volvió al Sur para reunirse con su
gente en la localidad de Chinchinales, donde los pobladores
fueron evangelizados por los curas Cagliero y Milanesio.
En esa zona, la tribu permaneció cerca de diez años hasta
que el Gobierno la envió, en 1898, a la localización
definitiva: unas tierras ubicadas cerca del río Tecka
(Chubut). Acompañado de familiares y un sacerdote salesiano,
Sayhueque murió en octubre de 1903 (p.337).
Quitraillán
Cacique pehuelche íntimo amigo de Sayhueque y Reuque-Curá.
En 1863, los tres caciques firmaron el Tratado de Huincaval,
el cual suscribió, por (p.345) la otra parte, el Presidente
de la Nación. El documento era una expresión de paz y
amistad entre el pueblo aborigen y el Gobierno nacional
(p.346).
Ceferino
(1886-1905)
[El hijo "religioso" del cacique Manuel Namuncurá que fue
presentado al Vaticano]
Uno de los hijos del cacique mapuche Manuel Namuncurá fue el
llamado "Santito de las Tolderías" o "El Lirio de la
Patagonia". Ceferino nació el 26 de agosto de 1886 en la
localidad de Chimpay, en el centro del valle medio de la
provincia de Río Negro.
Uno de los misioneros salesianos con más influencia en la
Patagonia, Domingo Milanesio, fue el sacerdote que lo
bautizó en la Navidad de ese mismo año.
En 1897 viajó a Buenos Aires con su padre para que
aprendiera un oficio. Pero Ceferino tenía otras
aspiraciones. Luis Sáenz Peña, por aquel entonces Presidente
de la Nación, le entregó a Manuel Namuncurá una
recomendación para el salesiano presbítero Vespignani.
Estudió en un colegio de curas e hizo el aspirantado en el
Colegio San Francisco de Sales (Viedma), donde conoció a
monseñor Cagliero, quien, por las inclinaciones religiosas
profundas de Ceferino, lo llevó a Roma. Allí conoció al Papa
Pío X. El Papa no sólo le dio su bendición, sino que se
interesó particularmente en el relato que Ceferino le hizo
acerca de sus hermanos mapuches.
Su salud fue siempre débil debido a la tuberculosis que
contrajo desde pequeño: murió un año después de llegar a
Roma, el 11 de noviembre de 1905. Aún no había alcanzado los
19 años de edad. Casi 20 años después, sus restos fueron
repatriados hasta una capilla de lo que fue el Fortín
Mercedes (Pedro Luro), en la provincia de Buenos Aires. En
1944, se inició el proceso para lograr la beatificación del
"indio santo", y el 22 de junio de 1972 fue declarado
(p.329) venerable por la Iglesia Católica.
La vida de Ceferino Namuncurá ha sido motivo de polémica
entre los historiadores. Muchos sostienen que su relación
con la Iglesia colaboró con la dominación de los indios por
parte de los blancos. Con un santo aborigen, dicen quienes
sostienen esta idea, la comunidad indígena dejaría de ser
reticente a la evangelización. Por otra parte, los que no
adhieren a esta postura, indican que los salesianos - a
diferencia de otras corrientes católicas - no establecieron
un sistema de dominio coercitivo, sino que trabajaron a
través de la educación (p.330).