de: María Espósito: Leyendas
Mapuches; en: Diccionario Mapuche mapuche-español /
español-mapuche; personajes de la mitología; toponimia
indígena de la Patagonia; nombres propios del pueblo
mapuche; leyendas; Editorial Guadal S.A., 2003; ISBN
987-1134-51-7
Resumen: Fueron dos tribus enemigas, pero se enamoraron
el hijo de un cacique y la hija del otro cacique. Pero ese
amor imposible fue condenado con la muerte de los dos - y
donde murieron crecieron bellas flores quiñilhue (mutisias)
y los mapuches adoran a esa flor.
<Hace mucho tiempo había, en los valles de la cordillera
cercanos al volcán Lanín, dos tribus que se odiaban de un
modo descomunal (inmenso). Eran acérrimas (duras)
enemigas, y su relación era irreconciliable. Tanto odio
sentían entre ellas, que siempre había motivo para
enfrentarse en batallas.
En ese contexto de guerra, sucedió algo increíble: el hijo
del cacique de una de las tribus y la hija del otro cacique
se enamoraron enloquecidamente (como locos). Pero tenían un
problema. No podían encontrarse muy seguido, y si lo hacían,
tenía que ser a escondidas, por el odio que existía entre
sus padres. Una noche oscura, la
machi (chamana) velaba (preparaba) la
sangre de un animal sacrificado para el
Nguillatun (fiesta para
un futuro bueno), cuando, de repente, el silencio se hizo
añicos (romper en pedazos) por el graznido (grito) del
pun triuque (el pájaro
chimango de la noche). Su grito es señal de mal presagio
(señal) y la
machi
lo sabía. Entonces, miró a su alrededor y vio correr entre
los árboles a la querida hija del cacique, que escapaba con
el hijo del cacique enemigo. Fue ése el peligroso suceso
anunciado por el pájaro agorero (alarmista).
La
machi estaba
convencida de que la fuga debía ser severamente castigada.
Pero, antes de comunicárselo al cacique, prefirió consultar
al
Pillan
(espíritu de la persona que acaba de morir, p.75).
"¿Debo contar el rapto (secuestro) al padre de la hija?" -
"Sí, debes contarlo", contestó el
Pillan.
La
machi corrió
apresurada hacia el toldo (la carpa) del cacique y le narró
lo sucedido. En ese mismo instante, se escuchó - por segunda
vez - el grito del
pun
triuque (pájaro Chimango de la noche).
Furioso, el cacique ordenó la búsqueda y captura de los
prófugos. Los jóvenes fueron apresados muy pronto y, ante la
presencia de toda la tribu, fueron juzgados y condenados a
muerte. Los enamorados intentaron alegar (postular) su
(p.277) inconmensurable amor, pero no se los escuchó. No
participar del odio entre las dos tribus era un grave
delito, que exigía un castigo ejemplar. Luego de escucharse
la sentencia, el
pun
triuque (pájaro Chimango de la noche) - por tercera
vez - volvió a gritar su chillido sufrido. Nadie lo escuchó.
Los jóvenes, desnudos, fueron atados a un poste. Entre
gritos e insultos, cientos de lanzas y machetes se
abalanzaron contra ellos, dándoles la muerte más cruel.
A la mañana siguiente, los verdugos de tan atroz crimen
quedaron estupefactos al ver que, en el lugar del
sacrificio, habían crecido flores nunca antes vistas por
esos lugares. Eran hermosas, circulares, parecidas a las
margaritas, pero con largos pétalos rojos.
"¡Quiñilhue! ¡Quiñilhue!" (flor Mutisia reina), gritaban
aterrorizados los primeros que las vieron. Y con ese nombre
se conoce desde entonces a la flor que produce una
enredadera, la cual se abraza y trepa (sube) por los árboles
como se abrazaba la enamorada pareja cuando fue condenada a
muerte. Desde entonces los mapuches - avergonzados (con
vergüenza) y arrepentidos - comenzaron a venerar (adorar) a
la flor que los blancos conocen con el nombre de
mutisia.> (p.278)